Para el jueves 8 de abril de 1965 las conspiraciones militares alentadas y/o apoyadas principalmente por políticos perredeístas y/o por balagueristas se habían expandido y adquirido perfiles públicos al grado hirviente de “un secreto a voces”, al decir del entonces capitán ® Héctor Lachapelle Díaz, y “abarcaban oficiales, generales, superiores, subalternos y clases de las instituciones armadas (…) pero todas tenían por objetivo el derrocamiento del Triunvirato”. Las tres ramas militares tradicionales y la atípica CEFA y la Policía totalizaban 31,000 –menos 50- hombres. El Ejército Nacional tenía 12,000, la Marina de Guerra 3,150, la Fuerza Aérea Dominicana (FAD) 3,800 y el Centro de Enseñanza de las Fuerzas Armadas (CEFA) 2,000, y la Policía 10,000. La Base de San Isidro tenía 4,000: 2,000 de la Compañía 19 de Diciembre de la FAD y 2,000 del CEFA, más del doble que cualquier otra dotación. La Fuerza Aérea tenía 84 aviones: 76 en San Isidro, 4 en Santiago y 4 en Barahona; a saber, 30 P51, 12 Vampiros, 26 AT6, dos Bombarderos B26, 2 T33 y varios de transporte C-46. El CEFA tenía 33 tanques, 10 carros de asalto y 10 camiones oruga y otros tanques en las bases aéreas de Santiago y Barahona y en la Fortaleza de Dajabón. Tenían 12 cañones Howwitzer 101, de 105 milímetros, que disparaban 10 proyectiles por minuto a 472 millas por segundo y cañones Bofors de 103 milímetros y cañones antiaéreos de 20 milímetros. Ese “Conjunto”, como se designaba a las dos fuerzas de San Isidro, concentraba el poderío militar del Triunvirato. Por eso en reunión conspirativa de principios de abril se le asignó al mayor Píndaro Peña diseñar un Plan de Defensa del Puente Duarte, que impidiera el paso al oeste de las tropas de San Isidro.