Las grasas saturadas están presentes en diversos alimentos de origen animal cuyo consumo excesivo resulta dañino para el corazón. Productos como la mantequilla y la margarina, carnes rojas y frituras, deben ser restringidos de la dieta diaria.

Desde el punto de vista del control de peso, el consumo de todas las grasas debe limitarse; sin embargo, se recomienda ingerir alimentos con gran contenido de grasas insaturadas –bajas en ácidos grasos– que no aumentan el colesterol de baja densidad (malo) en la sangre; los estudios sugieren que ayudan incluso a reducir sus niveles.

Las fuentes principales de este tipo de grasa son el aceite de oliva, el aguacate, las frutas secas y las semillas. Los ácidos grasos poliinsaturados son necesarios para el crecimiento y el desarrollo, pero no son producidos por el cuerpo, de ahí que deban ser ingeridos en forma de grasas que se encuentran en los aceites vegetales como los de cacahuate, maíz, girasol, cártamo y oliva. Además, debe ingerirse pescados ricos en vitamina E, nutriente recomendado para prevenir enfermedades como el Alzheimer, diabetes, artritis y afecciones coronarias, entre otras, caracterizado también por ayudar a eliminar el colesterol dañino que se deposita en las arterias.

La dosis diaria recomendada de vitamina E es de 400 miligramos; sin embargo, para alcanzar esa dosis de prevención tendrían que consumirse varios litros de aceite todos los días, lo que resultaría perjudicial para la salud, por ello es factible incluir en la dieta complementos vitamínicos.