Las guerras perdidas de Bush Jr.

<p>Las guerras perdidas de Bush Jr.</p>

UBI RIVAS
Las causas que a sabiendas no pueden ganarse, lo práctico, correcto, sensato, prudente y aconsejable es abandonarlas y olvidarse de ellas, nunca insistir en seguir la ruta equivocada.

Es lo que acontece con el presidente George Bush jr. en los casos de Iraq, Afganistán y Palestina, a los que se añaden las porfías con Irán y Corea del Norte, alusivos a los proyectos nucleares de ambas naciones.

En el primero de los intentos y/o causas perdidas de Bush jr. concerniente a Iraq, desde la invasión en marzo de 2003 argumentando que el ahorcado presidente Saddan Hussein poseía armas de destrucción masiva y sostenía nexos con el terrorista saudí Osama Bin Laden, ninguno de los motivos para justificar lo injustificable fueron probados nunca.

Bush jr. ha persistido en lo imposible en Iraq y en Afganistán, dos guerras invisibles que Estados Unidos no puede ganar porque no dispone de la estrategia para que su escogido enemigo lo enfrente directo, sino que golpea por sorpresa, dos guerras de movimientos, de guerrillas y terrorismo, en dos países desérticos.

El 4 del presente mes de enero, Bush jr. asimiló varios reveses conectados con sus aventuras en Iraq, y fueron la censura tanto de la nueva presidente de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi (D-California), como el líder de la bancada demócrata del Senado, Harry Reid, instaron a Bush jr. de que “es tiempo de terminar con la guerra de Iraq”.

Eso traduce la negativa a nuevos recursos tanto económicos como humanos para destinarlos, o más bien dilapidarlos, en la aventura imperialista de Iraq, imposible del menor viso de éxito.

Ese mismo día Bush jr. experimentó las renuncias de John Negroponte como zar de de los servicios de seguridad, el famoso recién creado Departamento Nacional de Investigación (DNI), como de Harriet Miers, consejera legal de la Casa Blanca.

Para muy pocos ambas renuncias podrían estar distanciadas del empecinamiento de Bush jr. relativo a su terquedad perversa con el conflicto iraquí.

Finalmente, ese mismo día 4 grupos pacifistas liderados por Cindy Sheehan, madre de un soldado perecido en Iraq, como la organización The World Cant Wait, coincidieron en la apertura de la 110 sesión del Congreso norteamericano, para exigir el final de la aventura guerrerista de Iraq, sin mencionar a Afganistán, ni tampoco Palestina.

Además, expusieron por primera vez la petición de la renuncia de Bush jr. propósito que podría concretizarse conforme al devenir rápido de los acontecimientos en los cuales Bush jr. de ninguna manera los tiene todos a su discreción y/o alcance. ¿O los tiene?.

La renuncia de Bush jr. podría impulsarla el Congreso, ahora dominado por los demócratas desde las elecciones de noviembre 7 último, en la medida que la protesta y repulsa por el fiasco de Iraq se demuestre de manera persistente y el elector y contribuyente norteamericano se sienta frustrado por US$730 mil millones que Bush jr. ha destinado a la aventura guerrerista de Iraq, más casi tres mil soldados perecidos en acción y unos 700 mil iraquíes eliminados, la gran mayoría no combatientes, como siempre sucede.

Afganistán es la guerra secreta más sórdida que la humanidad reciente ha observado, habida cuenta de que sus incidencias son filtradas por cuentagotas por las agencias de noticias y allí también ha ocurrido un genocidio contra el pueblo afgano, sin resultados mediáticos que puedan mostrarse.

Irán y Corea del Norte son dos potenciales conflictos por el ejercicio de autodeterminación de esos dos gobiernos en impulsar proyectos nucleares con fines pacíficos, como concertó reciente Bush jr. con la India.

En lo concerniente a Palestina, es evidente que tanto Ariel Sharón como Ehud Olmert, incurren en genocidio contra el pueblo palestino de Cisjordania y la Franja de Gaza envalentonados con el apoyo de Bush jr. porque solo no es verdad que podrían contra los fedayines de Hamás y Al Fatah.

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