Las Heridas Del Alma

Las Heridas Del Alma

Virginia Pardilla, directora MLC School.

Las heridas del alma son imperceptibles a la vista, pero pueden ser más dolorosas que una herida física profunda; las mismas son efectos de diferentes causas, y lo importante es aprender a superarlas.

A lo largo de la vida, vamos acumulando dolor por experiencias negativas; está en cada uno de nosotros la decisión de cargar esta mochila para toda la vida o superarla y continuar con una actitud positiva.

Las heridas del alma se pueden curar; algunas dejan cicatrices, pero estas deben ser usadas como señal de fortaleza y crecimiento. Es importante reconocer el dolor que nos causaron para medir el nivel de satisfacción que podemos alcanzar una vez la hemos superado. Sanar las heridas del alma y superar sus cicatrices, es una decisión personal que cambia por completo nuestra vida.

Las heridas del alma, aunque no siempre estén latentes, duelen más cuando estamos inestables a nivel emocional. En momentos de vulnerabilidad, los efectos de las heridas pueden ser más negativos.

Hay heridas fáciles de curar y superar, pero otras requieren un proceso complejo de sanación.

Entre las heridas del alma más profundas están:

La humillación: esta es una de las heridas más difícil de superar, pues ataca nuestra dignidad y nos lleva a sentimos denigrados; la persona siente como si le arrancaran algo de sí, como que lo despojan de su orgullo y honor.

Independientemente que la humillación sea vivida en público o en privado, ésta repercute en la autoestima, lacera la confianza hacia uno mismo y frente a los demás, sobre todo si este tipo de menosprecio ocurre repetidas veces en la niñez.

Muchas veces los padres en su afán por corregir a los hijos, caen en el error de humillarlos, un ejemplo de esto son los castigos en público, o denigrarlos con frases recurrente como; “tu no sirve para nada”.

A veces los padres pierden la paciencia ante situaciones conductuales que son difíciles de manejar, sin embargo y, ante todo, no hay razón que justifique el hecho de que éstos menosprecien o insulten a sus hijos.

La decepción: Cuando se tiene grandes expectativas de una persona o relación y ésta nos decepciona, se porta mal, o no cumple con lo esperado, consciente o inconsciente mata la ilusión y la percepción que se tiene sobre ese individuo; sobrevienen sentimientos de dolor, rabia, desconfianza, rencor. Muchas veces la decepción puede ser causada por tener unas exceptivas muy altas de la otra persona.

Sin embargo, protegernos del dolor a raíz de una posible decepción, cerrando las puertas a nuevas experiencias por miedo a sufrir una desilusión no debe ser la salida.
A veces podría pensarse que, al minimizar el riesgo de ser lastimados, estamos protegiéndonos de un futuro dolor, pero esta salida cierra las puertas a experiencias gratificantes.

Los niños no están exentos de poder sufrir decepciones, algunos ejemplos sencillos son; “el tobogán estaba ocupado “,” un amiguito no quiso compartir sus juguetes”.

A pesar de que es un sentimiento no deseado, el que ocurran cosas como no las esperamos, forma parte de nuestro proceso de aprendizaje y desarrollo, esto aumenta la capacidad de tolerancia a las frustraciones.

Para superar las decepciones lo primeros es establecer expectativas realistas.

La traición: Comúnmente llamado “golpe bajo” o “o puñalada por la espalda”. Uno de los primeros sentimientos es pensar que la persona que traicionó siempre actuó con falsedad con nosotros, violentando nuestra confianza. Cuando es alguien cercano, el dolor y sorpresa es mayor y la ira tristeza y depresión son más intensos, pues se quebranta el principio de lealtad que esperamos se mantenga a través del tiempo.

En una primera etapa, como respuesta ante la traición, puede surgir la incredulidad, pues muchas veces resulta creer que algunas personas fueran capaces de traicionar nuestra confianza.

La traición es una herida que marca con dolor a quien la recibe; mientras que quien la ejecuta, puede quedar afectado por remordimientos de conciencia y hasta con la pérdida de su reputación. Sin embargo, situaciones como éstas son también oportunidades para trabajar la capacidad de perdonar, en vez de permitir que el odio y el resentimiento consuman la capacidad de amar.

Volver a confiar es difícil cuando alguien termina haciéndonos daño, y sobreponerse al dolor es desgarrador, así como volver a confiar en la persona que traicionó nuestra confianza, puede ser un proceso arduo y complejo en nuestro interior. Tratar de eliminar la amargura que la traición deja en el alma es complejo. Sin embargo, lo importante en esta circunstancia es reconocer que cuando perdonamos siempre salimos ganando.

La indiferencia: Es un estado emocional de apariencia neutra, pero es activo por omisión. su efecto consiste en mantener al margen a la persona hacia la cual se dirige la indiferencia. Sentirse ignorado causa dolor, pues es como si te dijeran que no existes.

La indiferencia tiene un alcance mayor en nuestras almas, cuando ha sido planeada, cuando se es fríamente ignorado. Nos transmite el sentir de que no valemos nada, lacerando la autoestima.

La indiferencia está asociada a la insensibilidad, desapego y hasta a la frialdad, pudiendo hacer más daño que la misma aversión declarada, ya que, a través de esta, le decimos a la otra persona que no nos importa, que no sentimos nada, que nos da igual. Es una actitud dolorosa y agresiva, que genera tristeza y tensión para el que la siente; muchas veces duelen menos las palabras agresivas que el silencio prolongado, dado el vacío emocional que provoca.

No es sencillo sobreponerse a las heridas del alma, por eso es importante no subestimar el daño emocional que pueden causar en la personalidad y seguridad del individuo.

El primer paso para superar las heridas del alma es sobrepasar la tristeza que nos produce, sobreponerse al dolor, buscando acciones que te impulsen a salir adelante.

Recuerda que el dolor es inevitable pero el sufrimiento es voluntario.

Busca dentro de ti pensamientos que promuevan sentimientos positivos, atrae a tu mente el recuerdo de lo mucho que vales.

La voluntad es la fuerza que permitirá que superes y te liberes de cualquier herida.

Aunque te enfadas con quien te causó la herida, date la oportunidad de perdonar para no desarrollar rencor. La autora es psicóloga y educadora, directora y fundadora de MLC School, Twitter: @sVirginiaP y @MLC_SchoolRD Instagram: @virginiapardilla279.