Las hermanas Mirabal

Las hermanas Mirabal

Este día se inscribe en la historia del país como una huella indeleble de la peor expresión de crueldad contra la mujer que haya ejercido régimen alguno durante nuestra historia republicana. Tan cruel fue la expresión de entonces que, sin género alguno de duda, precipitó el principio del fin de la tiranía de 31 años que ejerciera Rafael Trujillo contra el pueblo dominicano.

No era posible que el régimen tiránico pudiera sobrevivir durante mucho tiempo las consecuencias y repercusiones de su acto de barbarie. El 30 de mayo de 1961, apenas seis meses después de ese sangriento 25 de noviembre de 1960, un puñado de valientes decapitaba la tiranía y ponía en fuga a muchos de sus sustentadores.

–II–

Aquel acto que privó de la vida a las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal tuvo un innegable contenido político. La firme intolerancia del tirano no podía haber hecho excepción en cuanto a  las ideas de libertad que anidaban en las mentes de las Mirabal y otros jóvenes de la época con quienes ellas estaban relacionadas.

Pero al margen de lo político, el suceso tuvo una inocultable connotación como símbolo de abuso contra la mujer, como crimen de género.

De ahí que el asesinato de Patria, Minerva y María Teresa Mirabal  y la fecha en que fue cometido hayan sido tomados como el símbolo más idóneo para endosar la conmemoración del «Día de la no violencia contra la mujer».

Probablemente ninguna otra alegoría, ningún otro símbolo,  podría representar con mayor acierto el abuso contra la mujer, como ocurre con este acto sangriento cometido hace hoy 45 años.

—III—

Por esas razones, la conmemoración obliga a tomar en cuenta los dos elementos fundamentales de estos hechos que llenaron de dolor e indignación al pueblo dominicano y a una comunidad internacional que conocía al dedillo las conspiraciones del tirano.

La connotación política de ese crimen nos convoca a mantenernos alertas para garantizar que nunca jamás se permitiría la repetición de un acto de ensañamiento e intolerancia de esa envergadura, en perjuicio de los derechos individuales y sociales de nuestra juventud.

Por el otro lado, por su connotación como acto de violencia de género, debemos asumir el compromiso de luchar incansablemente para ir erradicando una conducta que en el país se ha arraigado como una cultura diabólica.

La violencia de género engrosa de manera alarmante las estadísticas de actos criminales y nuestros votos, en esta fecha tan especial, van dirigidos a pedir que repudiemos esa conducta con la misma intensidad que fue repudiado en su momento el horrendo asesinato de Patria, Minerva y María Teresa Mirabal.

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