Las incongruencias en un país caribeño

Las incongruencias en un país caribeño

Para los hacedores de opinión, y también los que plasman sus ideas en los medios escritos o digitales sin remuneraciones, les resulta chocante el variopinto comportamiento de la ruta universal que lleva el país en sus relaciones con las demás naciones.
Es que resulta muy llamativo constatar cómo conviven los más variados sectores sociales que conforman la población de los diez millones más los ciento de miles de haitianos que depredan el territorio y contribuyen con su trabajo al desarrollo. Desde los sectores marginados asentados a orillas de ríos y cañadas hasta los que viven en lujosas torres o en los resorts del Este le están dando movilidad a una sociedad que no tenía diferencias abismales hace tan solo 60 años.
Los políticos en el siglo XXI han acelerado los cambios sociales. Esto después de haber perdido el miedo de ser señalados como corruptos. Ellos han sacado a relucir sus maldades para enriquecerse y trepar a lo más alto de la escala social. Esta antes solo pertenecía a las familias añejas con riquezas blasonadas en sus actividades económicas muchas girando en torno al amparo de los complacientes gobiernos.
Bajo los conceptos más puros de la dialéctica marxista, para hacer de la dominicana una sociedad igualitaria, en los pasados trece años, los políticos oficialistas del partido gobernante han sabido manipular la sociedad para atraerse a millones de seres que reciben gratuitamente las más diversas prebendas sociales. Hasta podrían estar sin trabajar mientras dure el populismo, que con su objetivo de control amarra a los sentimientos cívicos de los habitantes de la república atado a un esquema dispensador de bondades. Esto para asegurarse un apoyo en cualquier circunstancia desde un certamen electoral para conformar un ambiente de sumisión sin protestas. Y es que ahora, pese a los índices de crecimiento, las carencias cotidianas golpean en la cara y en los bolsillos a la ciudadanía que resignadamente ya no se acuerda de los sucesos como los de abril de 1984.
Se creía que con el auge y el apoyo mayoritario a los objetivos de la Marcha Verde los políticos iban a desacelerar sus propósitos de hacer fortuna a expensas del erario. Pero no ha sucedido así. Los acontecimientos de los últimos tiempos en especial con lo ocurrido en la OMSA son para confirmar que los políticos que se sienten apoyados siguen en su mismo sendero de rapiña. Ahora tratan de buscar formas novedosas para creerse que nadie se da cuenta. Incluso ya saben utilizar los bajaderos más innovadores para evadir los requisitos de la Ley de Contrataciones. Los responsables hacen filigranas de subterfugios legales para enmascarar licitaciones con ganadores previamente señalados por algún poder superior. Este se encuentra por encima de los que tiene la responsabilidad de hacer cumplir la Ley de Compras. Son los favoritos del oficialismo que impulsan maniobras para recuperar lo que han invertido para lograr el triunfo de su político favorito y de alguna manera se le debe retribuir generosamente lo que por un largo tiempo el mecenas invirtió en ese político y sus sueños de llegar a la presidencia. Y se le devuelve al más del ciento por uno.
De ahí la pobre calificación que nos asignan los organismos internacionales de transparencia en el manejo de los recursos públicos. Las calificaciones de esos organismos colocan al país a un nivel muy pobre y coincide con aquellos países de la Tierra más corruptos desde siempre. Pese a nuestro admirable nivel de crecimiento y desarrollo donde se vive en un progreso continuo los que vivimos aquí ni casi le hacen caso a tales mediciones. Y es que convivir con tantos latrocinios por doquier la gente se cura en salud y admite que es parte de nuestra naturaleza. Son pocos los que hacen caso a tantas mediciones de acusaciones de mala administración pública. Y es que todos están más empeñados y preocupados en ver cómo van a sobrevivir en el día a día.
De ahí que los sonados casos de corrupción no tienen el impacto que en ciertos niveles sociales han alcanzado. Es que la lucha para lograr el sustento cotidiano, pese a tantas bondades del populismo oficial que administra necesidades y realidades, la gente no se siente tan identificada para repudiar los millones que fueron a parar a manos de los políticos, algunos innominados y que siguen en sus cargos. Tan solo si desde otros lugares internacionales llegara la denuncia es que tal cosa tendría impacto en el país. Aquí los corruptos e inmaculados conviven en alegre cofradía. Y los resultados de la reciente encuesta Gallup-HOY confirman esa convicción acerca de la corrupción que se le repudia pero los corruptos son los candidatos favoritos en las elecciones por su reconocida generosidad con el dinero hurtado a las arcas públicas.

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