Hay meses del año que gravitan en los acontecimientos humanos y naturales de determinados países, cuyas consecuencias se viven luego por largo tiempo y produciendo transformaciones trascendentes en la vida de las sociedades asentadas en esos territorios.

Enero es un mes de características singulares en la vida de los pueblos de la isla de Santo Domingo, y los acontecimientos ocurridos en sus historias han marcado significativamente la conducta de los millones de seres humanos que han habitado la isla a ambos lados de la frontera, forjando las personalidades para fijar el rumbo de sus destinos.

Y enero adquirió ribetes escatológicos, con una serie de acontecimientos que han marcado la vida de la isla, siendo el más reciente el terrible terremoto que sacudió a Puerto Príncipe el 10 de enero del 2010, que causó una destrucción notable de la capital haitiana con miles de muertos y millones de dólares en pérdidas, que todavía no se han podido recuperar.

El 7 de enero del 2014 los dos países de la isla dieron un gran paso de avance para afianzar las relaciones, cuando en Juana Méndez se reunieron el entonces primer ministro haitiano Laurent Lamothe con el representante oficial dominicano, Gustavo Montalvo, encuentro que fue muy auspicioso, pero al poco tiempo, los haitianos hicieron uso de sus mañas para enturbiar las relaciones.

Un enero de 1822, el mandatario haitiano de la ocasión, Boyer, llegó a las puertas de Santo Domingo para recibir de Núñez de Cáceres la claudicación a una independencia efímera que él había decretado en el mes de noviembre del año anterior, e iniciarse la haitianización de la parte española por 22 años. Y a finales de enero de 1844 ya el movimiento separatista tuvo sus primeras pruebas de fuego, no sin antes mencionar el hecho histórico que el 26 de enero de 1813 nació nuestro padre de la Patria Juan Pablo Duarte.

Y un 11 de enero de 1586 llegó el inglés Francis Drake a las puertas de Santo Domingo a exigirle un rescate muy elevado, que luego lo redujo a un poco más del 15% de lo exigido originalmente, y después de robarse las campanas de las iglesias y destruir algunos edificios, suspendieron el saqueo y se marcharon para continuar sus correrías en otros lugares del Caribe.

Y el enero de 1801, e inicio del siglo XIX, fue testigo de la llegada de Toussaint L’Overture, que actuando como delegado de los franceses que todavía Haití era su colonia, venía a hacerse cargo de la parte oriental de la isla que España había cedido a Francia por el tratado de Basilea de 1795. Hubo amenazas por parte de los tropas haitianas y hasta Toussaint convocó a los residentes de Santo Domingo para proceder a la matanza, hasta que un acontecimiento milagroso abortó la hecatombe.

Y en enero de 1805 los haitianos, con Dessalines a la cabeza, produjeron el terrible degüello de Moca y a la vez arrasaron con otras poblaciones del Cibao, en donde asesinaron a decenas de mocanos que se habían refugiado en la iglesia de la comunidad, que fue incendiada.

Enero nos tiene reservado el día de la madre espiritual de los habitantes de la isla, ya que los haitianos son muy devotos a Nuestra Señora de La Altagracia, a la cual se le elevan toda clase de peticiones en oraciones muy ungidas.

Y en un enero de 1960 se develó el primer intento organizado para derrocar a la dictadura de Trujillo, que produjo la valiente carta pastoral de la Iglesia católica para enfrentar al dictador y reclamando la protección a la vida de los cientos de jóvenes detenidos.

Y un primero de enero de 1959 triunfaba la revolución cubana de Fidel Castro, cuyo triunfo influenció en la historia dominicana por las consecuencias de los hechos que se derivaron de ese acontecimiento cubano, se despertaron los valores de la libertad que tenían los dominicanos con el respaldo de un líder carismático empeñado en llevar sus afanes de acabar con el imperialismo, y que en el nuestro produjo la inmolación de la raza inmortal, cuando cientos de jóvenes, llegados por barco y avión, fueron masacrados por la dictadura de Trujillo.