Las iras del cambio climático están llegando al país

Las iras del cambio climático están llegando al país

República Dominicana no se compara en magnitud con países grandes e industrializados en la emisión de gases de efecto invernadero que llevan a la naturaleza a ciclos extremos de lluvia y sequía y causan daños irreparables y crecientes a los recursos del planeta imprescindibles para los equilibrios de la vida.

A pesar del escaso aporte a la calamidad global, por su isleña condición el país siente en carne propia las elevaciones del nivel del mar y las furias de los oleajes asociables al cambio climático con previsibles y crecientes perjuicios para la industria turística, el pilar de la economía que más importancia ha cobrado en los últimos tiempos.

El licenciado Max Puig, vicepresidente del órgano nacional que da seguimiento a las inclemencias y traza estrategias para enfrentarlas y mitigarlas, da fe de que sobre el litoral atlántico tienen lugar ya intensas erosiones de playas y carreteras, efectos asociables al cambio climático.

Aun situada en una categoría menor en agresiones al ambiente, República Dominicana está comprometida ante el concierto de naciones a apartarse de usos dañinos, meta que peligra porque la generación eléctrica sigue muy ligada a combustibles fósiles, incluyendo el peor de todos que es el carbón, de costosísima sustitución.

Se reafirma que dirigir una enorme inversión en generadores basados en ese material, objetado universalmente para entonces, fue un grave error.

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