Las lealtades del Presidente

Las lealtades del Presidente

JOSÉ BÁEZ GUERRERO
Alguna gente cree que tal vez el Presidente Fernández debe reaccionar ante la opinión pública que pide a gritos que remenee la mata del gabinete, para que la fruta podrida y hojas secas caigan.

Comunicólogos enquistados en la nómina pública arguyen que no, que no hace falta ningún cambio, pues sería admitir que la cosa va mal… Danilo Medina luce que espera algún motivo o incentivo para dejar de reflexionar e integrarse a la campaña. A mi juicio, ninguna de estas motivaciones es la correcta para que Leonel dé un golpe de efecto y re-encauce el rumbo de su administración.

  Lo que el Presidente necesita es mucho más difícil que quitar dos o tres secretarios de Estado, rotar a varios directores generales, premiar a amigos con puestos en consejos de directores o castigar a quienes no han dado la talla como funcionarios o colaboradores suyos. A Leonel le urge re-definir dónde están sus lealtades. Leonel necesita re-encantar a la inmensa masa de votantes desilusionados porque hay muchas razones para mirar hacia otro lado, a ver si quizás algún otro candidato merezca el voto. El Presidente Fernández debe definir demasiadas contradicciones y contrasentidos, pues al cabo de tres años mucha gente, incluso amigos que le queremos bien, nos sentimos confundidos ante su extraño concepto de la lealtad.

  Por ejemplo, con el caso de las quiebras bancarias fraudulentas del 2003, hay una lastimosa flojera, cuya consecuencia directa es la duda acerca del carácter o fibra moral del gobierno, que también ha sido muy laxo en la persecución de actos de corrupción denunciados por la prensa, o evidenciados por políticos que recuerdan la cazurra intuición de Lilís, quien recomendaba a sus mañosos seguidores “esconder las plumas” al guisar gallinas robadas. No es sólo que connotadas figuras de la corte del príncipe de Baninter estén enganchados por decreto al tren estatal, si no que gustan ofender la sensibilidad del pueblo con desenfadadas manifestaciones de su proclamado favor oficial.

 En cuanto a las ejecutorias oficiales, parece una pesadilla que transcurridos tres de cuatro años de este período, el país carezca todavía de un servicio eléctrico confiable y barato. Es una vergüenza que la oposición tenga razón cuando reclama mayor inversión en educación y salud. Nadie se explica por qué o cómo la seguridad social sigue enchonclada, como si los dominicanos fuésemos los más brutos o incapaces del mundo. La violencia criminal en las calles luce incontenible. Pese al milagro de la estabilidad económica, del crecimiento envidiable, del avance del Metro, de los esfuerzos por cerrar la brecha digital, de que se venden más casas y carros que nunca antes; a pesar de los piropos del FMI, el BID, el Banco Mundial, la CEPAL, Moody’s, Standard & Poor’s y Fitch, entre crecientes núcleos urbanos y rurales, aumenta el desaliento y el desencanto. Muchos leonelistas lo son por creer que las alternativas son peores, no por creerle bueno. Y eso es una tragedia.

 Quizás el Presidente Fernández está atrapado en un círculo vicioso que el economista James M. Buchanan (Nóbel en 1986) definió como su “public-choice theory”, que postula que la política opera como un mercado, donde el último postor logra lo que quiere. Ofrecer luz confiable y barata es lo mejor para la mayoría, pero ningún político está incentivado a buscar ese fin cuando sus simpatizantes más poderosos y mejor organizados prefieren el status quo. Estos son, después de todo, quienes “escogen” a los presidentes.

 Optar por los grupos que prefieren el status quo (que sigan los apagones, que haya impunidad para banqueros ladrones, que no entre o entre mal la seguridad social, que se gaste menos en salud y educación, que se inventen excusas pero no se combata la violencia callejera, que la DEA descubra vacas sagradas por no decir toros…), esa opción cómoda y mullida, lubricada con un clientelismo bien aplicado, puede hasta facilitar una re-elección.

 Pero es una fórmula masoquista que provoca creciente frustración y aleja cada día más al Presidente Fernández de su base natural, y lo reduce de líder visionario a ser sólo un político más, por exitoso que pueda ser en su dominio de los fastos electorales…

j.baez@codetel.net.do

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