Las lecciones peledeístas a los demás políticos

Las lecciones peledeístas a los demás políticos

Durante 57 años los dominicanos, que se han dedicado a la actividad política, lo han hecho casi todos para cambiar de situación económica y medrar a la sombra de los gobiernos para sacarle ventaja. Y el tradicional comportamiento de los políticos desde la Independencia en 1844 ha sido de los enriquecimientos más notables recostados a la sombra del robusto árbol del Estado.
No ha habido excepción en ese tipo de conducta, pero la desvergüenza se ha incrementado en este siglo XXI, donde en cualquier círculo social se hace gala de sus ingresos y sus ostentaciones lo cual ha estimulado a los ladrones para andar a la cacería de los relojes Rolex, Cartier, Patex Philips y otros de alto costo.
La casi totalidad de los restaurantes del polígono central de la capital, y de la zona rosa en Santiago, son los lugares acostumbrados de la nueva clase emergente con poder económico gracias a sus negocios con el gobierno. Y todo por la venta de toda clase de mercancías, desde equipos bélicos para desfiles hasta plumas Mont Blanc de lujo.
La administración peledeísta de casi todos los años del siglo XXI, conscientes de sus raíces marxistas, cambiaron su estrategia y propósitos cuando llegaron al gobierno para evitar estampidas. Y con rapidez inaudita adquirieron las malas costumbres de todos los políticos dominicanos. Ellos, en este siglo, han elevado el grado de corrupción, impidiendo la transparencia que hubiese afianzado a sus líderes. Pero prefirieron manchar la memoria de su fundador, profesor Juan Bosch, conocido por su recalcitrante honradez hasta su muerte. Casi todos los dirigentes actuales y los que fungen como líderes se han visto salpicados con los procederes de sus fieles seguidores, que surgidos de sectores sociales marginados, son hoy poderosos personajes en el mundo social, político y empresarial. Pero conservan su mal gusto en la forma como construyen sus viviendas y como las decoran al menos que no contraten un experto o un arquitecto reconocido para adecuar su mal gusto a la realidad de Casa de Campo, Los Cacicazgos o de Punta Cana. Con esos expertos, los políticos peledeístas del oficialismo, evitan caer en el ridículo y pueden ostentar su nuevo estatus desde cuando en los finales del siglo pasado vivían pobremente en los barrios socialmente depauperados.
Y la angustia de los políticos, sin disfrutar de las mieles del poder, es tratar de convencer a los potenciales electores que ellos representan la renovación y atacan con toda clase de artillería a los encaramados en el poder desde hace casi 16 años. Estos al menos tienen una noción más clara de las ciencias políticas y sus rejuegos oscuros son más firmes en sus objetivos hacia el país, mientras aquellos no ofrecen en sus ofertas argumentos válidos y atractivos para convencer a uno de la necesidad del cambio. Todos se basan en el “quítate tú para ponerme yo”.
En estos años del siglo XXI, la desesperación de los políticos, ha sido buscar de cualquier manera desprestigiar a los detentadores del poder, que no son una virgen en un altar. Las metas de la oposición son también buscar la forma de desplazar a quienes han sido más sagaces en hacerse del poder. Por eso la validez a una sentencia de un dirigente del PLD, de que ellos van a ser gobierno hasta el 2044, se conserva como una preocupación para la democracia por la validez de esa aseveración. Y es por la forma inmadura de conducirse de los políticos que desean reemplazarlos.
Y una prueba de sus procederes de estos años, lo ve el pueblo cuando comentan las rendiciones de cuentas del presidente peledeista de turno, ante el Congreso Nacional cada 27 de febrero. El estribillo es el mismo de que no dijo nada, no se refirió a las necesidades del país, no habló de la inseguridad y el auge de la delincuencia, de la corrupción sin hablar de las precariedades de la salud, falta de agua potable, de las deficiencias energéticas y acusarlo de sus afanes reeleccionistas, ocultos en cada línea del mensaje. Este es muy extenso y tedioso llenos de aplausos a granel. Luego se comenta en especial por los políticos oficialistas y empresarios obsequiosos de lo excelente de esa oratoria. Y los de la oposición arremeten a cada párrafo del mensaje y sentencia de que no dijo nada y era más de lo mismo. Y luego de dos horas y más nadie se acuerda de lo importante del mismo. Se afirma que pintó un país de las maravillas en donde los pobres ya no existen por el paternalismo social del gobierno en asistir con toda clase de bonos y subvenciones a los marginados que se creen viviendo en un paraíso.

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