Es hora de darnos el chance de vivir cada día como si fuera el último
En estos días de inicio de año, invito a que analicemos lo que ha significado para cada uno de nosotros vivir esta experiencia del 2020, y reflexionemos sobre la huella que nos deja y las lecciones que nos llevamos para un nuevo año que auguramos cargado de buenas intenciones, con ilusión y energía renovada.
“En los tiempos de crisis se debe aprender mucho y comparar lo que éramos con lo que somos para proyectar lo que seremos de forma más clara y acorde a los nuevos tiempos”.
Yo pienso que una de las grandes enseñanzas que nos llevamos es la de planificar nuevas estrategias en función de un mejor rendimiento y un menor impacto medioambiental.
Hemos tenido que desaprender algunas cosas que llevábamos haciendo durante años para aprender cosas nuevas que nunca nos hubiéramos imaginado que seríamos capaces de hacer.
Como el teletrabajo, que es otro de los grandes protagonistas del pasado año, porque un gran porcentaje de tareas las empezamos a adoptar al realizarse de forma más o menos regular sin necesidad de estar presentes físicamente. Porque sin lugar a duda, adaptar el trabajo a los nuevos sistemas productivos es una verdadera oportunidad, y nos damos cuenta de que puede hacerse, que tiene ventajas y que es una realidad que ha llegado para quedarse.
Y para mí uno de los aprendizajes más importantes de este año fue integrar valores sociales, fomentar la unión y ver transmitir de forma verdadera la cohesión entre personas, familias, empleados, consumidores, etc.
Nos llevamos la tarea de que ahora más que nunca, debemos poner especial atención en los hábitos saludables, cuidar nuestra alimentación. Potenciemos el consumo de fruta, verdura o legumbres en lugar de los alimentos ricos en azúcares, grasas y ultraprocesados, y mantener una rutina de ejercicios, esto permite mantener elevadas nuestras defensas, pero también nuestro ánimo y espíritu.
Este período me ha enseñado a valorar las cosas importantes de la vida y aprender a vivir de una manera diferente. Esta experiencia me ayudará a tener una vida más sencilla en el futuro, a compartir más tiempo con mi familia y a agradecer cada instante de la existencia.
Es hora de relativizarnos y darnos el chance de vivir cada día como si fuera el último, practicar “el presente”, porque el día de hoy es lo único que tenemos seguro, las personas hemos venido a este mundo a ser felices, no suframos anticipadamente por problemas que todavía no han ocurrido. Debemos interiorizar y aceptar que las situaciones pueden cambiar radical y repentinamente, como lamentablemente ocurrió en este 2020. Nos tocó aprender a ser paciente y entender el significado del tiempo.
Debemos sacar estos pequeños instantes en esta temporada tan hermosa y oportuna, para ir hacia adentro, porque permite verse, confrontarse, perdonarse, agradecerse… ver la grandeza que nos habita y todo lo que tenemos para entregar.
Estoy convencida, de que las cosas podrán ser mejores siempre y cuando tengamos a Dios en nuestro corazón. La vida no se trata de esperar a que pase la tormenta. Se trata de aprender a vivir con las condiciones que tengamos y aprovechar al máximo lo que tenemos ahora, que no es más que la decisión en nuestras manos de proyectarnos este nuevo año que soñamos lleno de salud, amor, paz y bendiciones.
*La autora es psicóloga clínica.