NUEVA YORK .— Mientras el avión presidencial Air Force One volaba de regreso desde Europa, en Estados Unidos se publicaban nuevas informaciones sobre la reunión entre el hijo mayor de Donald Trump y un abogado vinculado al Kremlin, anticipando una nueva ronda de titulares no deseados sobre el dirigente y Rusia. Y era la segunda vez que ocurría en una semana.
El incesante goteo de revelaciones publicadas la pasada semana sobre los contactos entre Donald Trump Jr. y el abogado ruso en 2016 subrayó la incapacidad de la Casa Blanca para cerrar el capítulo de Rusia, que arroja sombras sobre la presidencia del republicano. No importa lo presidencial que haya podido parecer Trump durante sus recientes viajes a Europa, las persistentes dudas sobre la relación entre su equipo y Moscú le impiden saborear una victoria en las relaciones públicas y dar impulso a su estancada agenda legislativa.
“Ningún modelo de gestión de crisis exitoso funciona de la forma en que se están haciendo las cosas”, dijo Lanny Davis, que trabajó como asesor especial del presidente Bill Clinton durante las vistas para su juicio político. “Si la misión es controlar una historia o intentar ponerle fin, debes contarla antes, por completo y hacerlo tú mismo”.
El relato de Trump Jr. sobre su reunión en la Torre Trump parece cambiar casi a diario. En un primer momento se dijo que el encuentro giró en torno al programa de adopciones en Rusia. Después, que fue para escuchar información sobre la aspirante demócrata a la Casa Blanca, Hillary Clinton. Finalmente, Trump Jr. se vio obligado a publicar correos electrónicos _ momentos antes de que lo hiciese The New York Times _ que revelaron que dijo a un socio que estaría “encantado” de tener ayuda de Rusia para obtener detalles negativos sobre la rival de su padre en la carrera por la Casa Blanca.
Incluso el número de personas que asistieron a la reunión ha cambiado. El viernes, un destacado cabildero ruso-estadounidense contó a The Associated Press que él, también, estuvo presente en la cita.
Cada revelación, sin importar lo pequeña que sea, ha sido aprovechada por los demócratas y diseccionada en detalle en las cadenas de noticias por cable.
Davis obtuvo reconocimiento por ayudar a dirigir la Casa Blanca de Clinton durante una serie de investigaciones, permitiendo que el presidente se centrase en su agenda mientras el abogado se encargaba de transmitir las malas noticias y mantenía al personal del Ala Oeste unido en su respuesta. Considera que en la actualidad no hay una figura central que cumpla esa función para Trump, y cree que el mandatario haría bien en nombrar a un abogado dentro de la Casa Blanca en lugar de recurrir a una red de letrados externos.
Trump Jr. y Jared Kushner _ yerno y asesor destacado del dirigente y que también estivo en la reunión de junio de 2016 _ también designaron abogados independientes de los contratados por Trump.
“Necesitan tener a un abogado que los junte a todos en una habitación y averigüe qué sabe cada uno. Sin más sorpresas”, explicó Davis, que está a favor de la publicación proactiva de cualquier nuevo hallazgo. “Los hechos van a salir de todos modos, la única duda es si lo harán de una vez o poco a poco”.
La tormenta por los correos del primogénito de Trump ha supuesto una frustrante distracción justo cuando algunos asesores de la Casa Blanca creían haber encontrado el equilibrio. Los aliados de Trump estaban contentos con sus viajes a Europa, creían que su discurso sobre el orgullo nacional en Polonia era un punto álgido de su presidencia y que dio una imagen de estadista durante su visita a París.
Pero entre bambalinas, un grupo de asesores de Trump se reunió en un despacho del avión presidencial durante el viaje de vuelta desde Alemania la semana pasada para empezar a preparar la respuesta a la polémica reunión. Y, solo seis días más tarde, mientras el Air Force One realizaba un viaje similar desde Francia, surgieron las nuevas revelaciones sobre el cambiante relato del hijo del presidente, iniciando un nuevo ciclo informativo negativo y debilitando la credibilidad del equipo de defensa del dirigente.
Para algunos, las continuas revelaciones sobre Rusia recuerdan al caso Watergate, destapado publicación tras publicación por el Washington Post.
“Creo que el ‘goteo’ es una analogía perfecta, porque esto es exactamente lo que dijo la gente sobre el Watergate y las cintas en la Oficina Oval del presidente (Richard) Nixon”, señaló Luke Nichter, historiador y autor de varios libros sobre el exmandatario. “Se publicaron poco a poco y cada publicación fue prejudicial”.
Aunque las cuestiones sobre Rusia no reporten consecuencias legales a Trump, sí pueden causar graves daños políticos.
“No sé si hay con suficiente poder en el equipo para controlar esto y obtener todos los datos ahora”, manifestó Ari Fleischer, exresponsable de prensa del presidente George W. Bush. “Las omisiones son tan dañinas como las contradicciones porque parece que se está escondiendo algo. Desde un punto de vista comunicativo, es imperdonable”.