Las discrepancias entre los principales partidos del Nuevo Frente Popular (NFP) sobre una candidatura consensuada para primer ministro retrasan una eventual formación de Gobierno en Francia, sumergido en una inédita crisis política en vísperas de Juegos Olímpicos de París.
El veto del Partido Socialista (PS) francés a Huguette Bello como candidata de la izquierda ha puesto a esta histórica formación en el centro de las críticas no solo de La Francia Insumisa (LFI), la otra fuerza preponderante del NFP, sino también de los ecologistas y los comunistas, los otros socios minoritarios del NFP.
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Bello “no genera consenso ni entre los socialistas, ni tampoco entre los ecologistas”, aseguró el primer secretario del PS, Olivier Faure, en una entrevista publicada ayer en ‘Le Parisien’. Sin embargo, la líder del ecologista EELV, Marine Tondelier, le enmendó la plana y criticó, en una entrevista ayer en France Inter, la postura de los socialistas, quienes “han puesto un solo nombre encima de la mesa” durante las negociaciones, en alusión al de Faure.
Bello, de 73 años y presidente de la región de ultramar de la Reunión (isla del océano Índico), había sido propuesta por el Partido Comunista Francés (PCF) y respaldada por el LFI como la mejor cabeza de cartel para presentar al presidente francés, Emmanuel Macron, encargado de nombrar al Gobierno, que, tradicionalmente, sale del grupo mayoritario en la Asamblea Nacional (en este caso el NFP).
El LFI, fundado por el polémico Jean-Luc Mélenchon, evalúa las consecuencias del “bloqueo” de la parte del PS, después de que la propia Bello anunciase en un comunicado que declinaba la oferta para ser nominada como primera ministra de la izquierda. “Seguiremos hablando (…) Es normal que estas negociaciones no se terminen en un minuto”, relativizó Clémence Guetté, diputada de la actual Asamblea.