Las madres con hijos en cuidados intensivos viven entre dolor y fe

Las madres con hijos en cuidados intensivos viven entre  dolor y fe

Esperar la recuperación de un hijo que se debate entre la vida y la muerte en una unidad de cuidados intensivos es una situación que las madres no saben describir con palabras.

Ojos llorosos, ojeras y evidentes signos de noches sin dormir se pueden ver en las madres que están en la sala de espera del hospital Robert Reid Cabral, no tienen palabras para describir el dolor y la desesperación que sienten.

La progenitoras de niños enfermos saben de la gravedad de sus hijos, les da temor su estado, pero ninguna cree que el hijo vaya a morir.

En este espacio de espera, en donde los familiares esperan que la vida venza a la muerte, también hay espacio para la solidaridad de familiares y amigos que o se turnan para amanecer o llevan dinero para comprar medicamentos que el hospital no tiene.

El drama. Mary Leysi Herrera espera en la sala a que su hija, que lleva días ingresada, pueda salir de cuidados intensivos. Tiene un cuadro de dengue grave, está hinchada, la conforta el que los médicos residentes salen cada cierto tiempo y le informan el estado de su hija.

Dionisia Moreta, con ojos hinchados de llorar, evidentes signos de cansancio, habla de la calidad de los médicos que atienden a su hijo, a quien se le infiltró leche del biberón en los pulmones.

“Aquí tenemos mejor trato que si estuviéramos en una clínica privada, me lo mantienen limpio, los médicos nos informan y el trato es muy humano”, asegura esta madre.

Las madres saben que como hospital público el centro tiene deficiencias, pero ellas creen que en la unidad de intensivos los médicos entregan lo mejor de sí mismos.

Eva Marte está en la sala de espera, aguarda por información de su nieto de seis años de edad, quien tiene una bacteria en el cerebro. Su nieto lleva 22 días en intensivo.

 

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