Las manos duras también tiemblan

Las manos duras también tiemblan

ANGEL BARRIUSO
El jueves 4 de noviembre, una información de primera página fue titulada así: «Votantes EU querían un líder fuerte». Días después otro titular se refería a los resultados de una encuesta, según la cual alrededor de 60 de cada 100 dominicanos prefiere a un gobernante «autoritario» (mano dura) que haga respetar las leyes, que ponga el orden; pero en «la democracia». Algo aparentemente inexplicable que, en estos tiempos de alta tecnología y de guerra de la informática, todavía buscamos a alguien que ponga el orden o, sencillamente, nos proteja del mal.

La amenaza, la sensación de inestabilidad y la percepción de que «las cosas andan mal» por la inseguridad y el «libertinaje» (y ruego me disculpen por el abusivo uso de las comillas) da a entender que cuando los norteamericanos votaron por George W. Bush para mantenerlo en la Casa Blanca lo hicieron a sabiendas de que tenía algo que le hacía falta a Kerry, y era un pelo más largo que la bondad y la decencia: debió meterle miedo al miedo.

Bush huele a valentía, a desafío. Su apellido es una sensación heroica; de guerra y hombría, valores que en determinada circunstancia juegan un papel predominante, algo de lo cual refería Nixon (y pido otra disculpa porque no soy dado a las citas) cuando nos mostraba la enseñanza dejada en la sociología política del liderazgo, y subrayaba que Charles de Gaulle, una leyenda en Francia, consciente de cuanto representó, salía y volvía al poder cual perro por su casa porque la sociedad francesa invocaba su liderazgo en los momentos en que percibía la urgencia de su amparo, de su protección.

¿El Chapulín Colorao? Tal vez.

Una encuesta reciente vuelve repetir posibles creencias y actitudes de cientos de dominicanos, a partir de datos que podrían conducir hacia una interpretación medio distante de la realidad. ¿Es cierto que se esté buscando «una mano dura» para gobernar o se está en la necesidad de que haya un cumplimiento de las leyes?

No cambian la democracia ni aspiran a renunciar a las libertades. Probablemente es la ley del péndulo en una percepción religiosa que nos conduce a recibir la vida batiéndose entre el infierno y el paraíso. La generalidad de los estadounidenses parecía convencido de que la economía, su economía, andaba de mal en peor. Sin embargo, al momento de ejercer su derecho al voto, el ataque del 11 de septiembre sobre las torres gemelas reivindicaba a George W. Bush frente a un Kerry medio reflexivo, quizás bien intencionado, en quien pudieron ver falta de coraje.

No quisiera abundar mucho para ahorrar espacio, pero cuando la encuesta nos pinta un retrato mal deformado sobre la autoridad en la mano dura de un ciudadano en el poder que ponga orden, y cuando el mundo vuelve la mirada hacia los liberales, siendo Estados Unidos la excepción momentánea, entonces habría que revisar nuestro pasado, y tal vez tendríamos que reescribir nuestra la historia o reinterpretarla, porque encontraremos entre las líneas amarillentas del pasado que las manos duras también tiemblan o quizás aquel viejo bolero de Toña La Negra, cuando dijo que «sólo cenizas hallarás».

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