Las maravillas del calostro

<p>Las maravillas del calostro</p>

POR  ARIADNA ESPAÑÓ
Lo que sabemos ahora del calostro en el siglo XXI dejaría asombradas a nuestras madres de la antigüedad. De haber sido así, no se conocería otra forma de alimentar a un bebé de no ser con la leche materna. Los estudios que se han hecho en los últimos tiempos confirman y analizan las cualidades especiales que tiene.

Es un hecho que la leche materna se distingue por ser imposible de imitar. En otras palabras, ninguna compañía podrá igualarla ni semejarse a ella.

Empecemos por conocer cómo Dios le dio a la mujer la capacidad de formar un bebé en su útero, de compartir su alimentación por nueve meses, de traerlo al mundo y de darle la maravillosa capacidad de proveer la mejor leche para su propio bebé. Si la madre no ha sido anestesiada, el bebé tiene el reflejo de succión en su máximo punto a los veinte o treinta minutos después de haber nacido. Sorprendentemente, si se coloca al bebé en el abdómen, el bebé enseguida buscará el pecho como una reacción innata.

Se tiene la costumbre de que el personal de enfermería se lleva al bebé a la sala de neonatos para limpiarlo y prepararlo y la madre únicamente lo ve por unos escasos minutos. Sin embargo, estamos funcionando como en el pasado, desconociendo y perdiendo los beneficios de un reflejo natural. Este reflejo es el inicio del éxito de la lactancia, ya que se empieza lo más pronto posible y a la vez ayuda a disminuir el sangrado que pueda tener la madre, ya que el útero se contrae para el bien de ella.

El calostro es la primera leche que sale del pecho de una madre. Puede que sea de color claro o amarillento. El calostro cambia a color blanco con el transcurrir de los días. Puede que una madre se queje de que no le sale leche, pero es que el calostro es poderoso por la calidad y por su cantidad. ¡Qué podemos decir!, unas cuantas gotas equivalen a dos onzas si deseamos tener una medida.

El bebé nace con un sistema inmunológico inmaduro, que no está capacitado para pelear con infecciones y bacterias. De esa manera, la madre, su progenitora, es la persona ideal para darle el calostro que se caracteriza principalmente por su protección inmunológica en forma de inmunoglobulina (IgG) que ayuda al bebé hasta que éste desarrolle su propio sistema. Ciertos anticuerpos son transferidos de madre a hijo por medio de la placenta, pero la mayor parte de la protección de los anticuerpos creados por la madre están presentes en la leche materna.

El doctor Herbert Ratner, de La Liga de la Leche, llamó a la leche materna como «la vacuna natural del recién nacido».

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