Las mayopalmeras

Las mayopalmeras

JOSÉ LOIS MALKUN
Este artículo no tratará el efecto ambiental de sustituir árboles por palmeras en las avenidas de la ciudad. Tampoco lo que podría estar detrás de esa inversión millonaria que hace el Ayuntamiento del Distrito, sin entender la lógica de esta depredación ni de ese dispendio innecesario de recursos. Más bien nos referiremos a los efectos de estas inversiones deslumbrantes en las elecciones presidenciales de mayo próximo. Piense en esto ¿quién dominará en las votaciones de mayo del 2008? ¿La gran capital o el resto del país?

La gran capital se refiere al Distrito Nacional y la provincia de Santo Domingo. El resto del país son las restantes 30 provincias. La estrategia del partido en el poder ha sido siempre concentrar sus inversiones en la gran capital, porque piensan que aquí es donde se define quién será el próximo Presidente de la República.

El Distrito y su provincia tienen una población de alrededor de 3.5 millones de habitantes. El resto del país tiene alrededor de cinco millones.

No hay dudas de que en la mayoría de las provincias hay un profundo disgusto con el actual Gobierno. Y no es para menos, ya que muy pocas de las promesas hechas por el Presidente se han cumplido en materia de inversión pública. Para agravar el problema, el cierre de cientos de empresas de zona francas y la pérdida de más de 60 mil empleos afecta fundamentalmente a las provincias del interior, en especial al Cibao central. Pero esa situación de rechazo no es la misma en el Distrito y en el casco urbano de su provincia, donde el Gobierno hace galas de una política de inversión abiertamente deslumbrante que salpica de recursos a mucha gente y corrompe a otros tantos.

Prevalece en este Gobierno la idea de que sacrificar recursos en las provincias del resto del país es botar el dinero, especialmente si son obras pequeñas y medianas. Porque prima el criterio de que por cada peso que usted invierte en esas provincias, el retorno político es casi cero, ya que la gente nunca está conforme.

Por su parte, ese peso invertido en la gran Capital tiene una alta rentabilidad. Por ejemplo, unos meses después de llegar al poder, el Gobierno comenzó a asfaltar las principales avenidas de la ciudad, cuando todas ellas estaban en buen estado. Y han continuado consistentemente destruyendo y reconstruyendo todo lo que es visible para la gran población urbana de la Capital. Como dice un amigo mío aquí con todo se engrasa y con el Metro se engrasan todos. Mientras tanto el resto del país cayéndose muerto.

El Síndico del Distrito, por su parte, hace lo mismo que el Gobierno, como buen alumno de su partido. Tomemos como ejemplo la siembra de palmeras, donde se invierten millones de pesos en esta obra deslumbrante de jardinería urbana, que no es prioritaria ni necesaria. Mientras tanto visite los barrios marginados de nuestra ciudad y verá las condiciones desastrosas de las calles, la pésima infraestructura de los servicios y la suciedad imperante.

Para el Gobierno y sus estrategas, las palmeras tienen un retorno político 20 veces mayor que el arreglo de las calles o los acueductos en esos barrios olvidados. Por su parte, el poder mediático del Gobierno se encarga de convertir una acción absurda y depredadora, en una obra virtuosa.

Ante esta realidad, veremos cómo competirá el resto del país con la Capital en las próximas elecciones presidenciales. Porque con el voto sólido de la Capital, producto de sus inversiones virtuosas, el Gobierno se lanzará a la conquista del voto del resto del país, donde obviamente tiene desventaja.

Por eso, entre febrero y mayo del 2008 (ya sin compromisos con el FMI), veremos millones de funditas gubernamentales llenas de comida repartiéndose en cada rincón de la isla, obras prometidas en esos pueblos olvidados, que se iniciarán pero nunca se terminarán y los mercaderes del voto comprando conciencia a diestra y siniestra, en los lugares donde prevalece la ignorancia y la miseria.

Un plato fuerte para los partidos de oposición que deberán trazar sus propias estrategias para ganar, asumiendo como cierto lo que estamos planteando en este artículo.

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