Las micro, pequeñas y medianas empresas

Las micro, pequeñas y medianas empresas

JOSÉ LOIS MALKUN
Este sector aporta un 28% del PIB y genera alrededor de 1.2 millones de empleos. Pero estas cifras son sólo una aproximación de la realidad, ya que la mayoría de ellos operan informalmente. En el país se han promovido cientos de iniciativas para impulsar la mediana, pequeña y micro empresa, como se suele decir. Pero ha sido difícil, para no decir imposible, superar ciertos dogmas que afectan este sector.

Por ejemplo, generalmente el término competitividad, domina el escenario de las discusiones cuando se habla de las empresas, que de alguna manera, pueden insertarse en el mercado internacional. Si se habla del costo de la energía eléctrica, lo vinculan de inmediato a la capacidad de las empresas para competir con Centroamérica en el DR-CAFTA, donde la energía es más barata.

 Queremos aclarar que este artículo no pretende hacer un análisis de la estructura y organización de este tipo de negocios. Eso es muy complejo. Solo basta señalar que las llamadas micro, pequeñas y medianas empresas, generan entre 3 y hasta 100 empleos y ventas de menos de 500 mil hasta 20 millones de pesos al año. Por lo general, la DGII clasifica las pequeñas empresas  para fines de impuestos, como aquellas cuyas ventas son menores de 6 millones de pesos al año.  Por lo tanto el 99.9% de estos negocios venden menos de 6 millones.

Sin embargo, rara vez la competitividad se aplica a la capacidad de los pequeños y medianos negocios, que producen o dan servicios para el mercado nacional. Y son estos los que generan la mayor cantidad de empleos, como son también los que mueven la economía con su dinámica de consumo.

Muchos estudiosos de la micro, pequeña y mediana empresa creen que el crédito es lo más importante para impulsar su desarrollo. Otros afirman que el factor determinante son las  capacidades gerenciales o el marco legal e institucional. Esto puede ser verdad en un país diferente, pero no aquí. Los negocios de este tipo que inicien sus operaciones con deudas, difícilmente sobreviven por largo tiempo. Y si lo hacen, es sin honrar sus compromisos de pago. Por eso se han descapitalizado muchos fondos de inversión para la micro, pequeña y mediana empresa, que se han creado con recursos públicos a lo largo de nuestra historia. Los bancos, por su parte, le huyen como el diablo a la cruz a esos préstamos.

Usted se preguntará ¿entonces porqué salen y entran tantas pequeñas y medianas empresas al mercado? Se estima que unas 100 mil de ellas nacen cada año. Pero desaparecen otras tantas. Por eso usted ve un centro comercial con muchos locales vacíos cuando antes estaban llenos de tiendas. O negocitos pequeños en diferentes calles de la ciudad, que le daban un buen servicio, pero que de repente desaparecen o son sustituidos por otros.

La respuesta a esta gran pregunta está directamente relacionada al costo de la energía eléctrica o a la falta del ese vital servicio. Aunque usted no lo crea, si muchos de estos negocios tuvieran que pagar el costo real de la energía que consumen, dejarían de existir de inmediato. Y si no tienen plantas de emergencia, se los lleva el mismísimo diablo. Obviamente, aquellas que consumen muy poca energía y caen en la categoría de bajo consumo (tarifas subsidiadas), pueden superar ese problema. Pero éstas, por lo regular, son microempresas que emplean gente del entorno familiar.

Por ejemplo, los negocios instalados en los centros comerciales, son los primeros que caen. Aquí la vigilancia es más estrecha cuando se trata de pagar impuestos o cubrir las facturas de la energía eléctrica. Nadie soporta eso, salvo que no evadan el fisco o se roben la energía. Aun si no tienen deudas, pagar ambas cosas a la vez es insostenible. No pueden competir con otros similares que están a la vuelta de la esquina y operando en una casita de familia con el contador arreglado.

En muchos casos, el costo de la energía para estas empresas es mayor a la nómina que pagan, cuando eso no debe superar el 7% u 8% de los gastos totales, que ya es un exceso.

Hicimos un sondeo con tres tipos de pequeños negocios similares, aquí y en la ciudad de Miami. Por ejemplo, consultando un pequeño taller de mecánica en Miami, nos informó que la factura de la energía en su costo total mensual apenas representa el 2%. En República Dominicana eso llega a representar hasta un 17%. En el caso de un salón de belleza, de tamaño estándar (10 empleados), en Miami se paga en energía alrededor del 4% del costo total mensual y aquí puede alcanzar hasta el 25%. En una lavandería pasa exactamente lo mismo.

Usted dirá que allá la mano de obra es más cara y eso baja la proporción del costo energético, lo cual es cierto. Pero aquí se paga más del doble del precio por kilovatios horas que en Miami y tiene que soportar entre 8 y 12 horas de apagones. Y si en un taller de Miami le cobran 300 dólares por cualquier tontería en su vehículo, aquí usted paga 2 mil pesos por el mismo servicio siempre que no lo lleve a la casas distribuidora. En un salón es igual. Nadie se arregla el pelo por menos de 20 dólares en Miami mientras aquí hay salones de belleza donde usted resuelve con menos de 100 pesos.

Moraleja. Si usted está metido en el mundo de los pequeños negocios en la República Dominicana, debe recibir el calificativo de patriota. Y si es de los que sobrevive pagando sagradamente sus impuestos y la energía que consume, sus restos deberían ser  depositados en el Panteón Nacional, con todos los honores.

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