Cuarenta y tres años han pasado desde el 25 de noviembre de 1960 cuando fueron asesinadas vilmente las hermanas Minerva, Patria y María Teresa Mirabal junto al chofer Rufino de la Cruz Disla en una emboscada impune en la carretera Santiago Puerto Plata mientras se dirigían a visitar a sus esposos encarcelados, víctimas todos del oprobioso régimen de Rafael L. Trujillo Molina. A partir de entonces, ellas se convirtieron en un símbolo de la resistencia contra un régimen en crisis; ahora en la conciencia de un pueblo indignado que decidió incrementar la oposición a Trujillo y su régimen hasta verlos también morir. Estas valientes mujeres cuyo ejemplo ha trascendido las fronteras dominicanas, constituyen hoy un símbolo de referencia en las luchas que mantienen los pueblos de Latinoamérica y en muchas otras naciones por la igualdad, la justicia, la libertad y la paz. Para los dominicanos, las hermanas Mirabal vuelven a morir porque las razones que motivaron sus luchas hasta la muerte; las vicisitudes que estropearon sus vidas y las de sus familiares no se fueron con la dictadura trujillista que comenzó su «fin» el 30 de mayo de 1961. La crisis en todos los órdenes que estamos padeciendo los dominicanos; los niveles de violencia; la falta de libertad; la desigualdad que cada día nos divide; la ambición de poder, de abrazarlo todo para de igual manera controlarlo todo; la indiferencia ante los clamores de un pueblo que ve disminuir sus posibilidades de vida por la falta de comida, salud, educación; por todo esto están volviendo a morir las hermanas Mirabal.
Vuelven a morir porque, habiendo pasado cuarenta y tres años de haber sido asesinadas por un régimen inhumano y despiadado representado en una dictadura; habiendo los dominicanos luchado a partir de entonces tras la búsqueda de un verdadero sistema democrático, una lucha abonada con la sangre de tantos hombres y mujeres con verdaderos ideales patrióticos junto a un pueblo que ha vivido tantos y diversos episodios de su historia; que ha padecido tantas calamidades pero que cuando le corresponde sabe escoger lo que favorece sus más nobles intereses; hoy, estén los dominicanos padeciendo peores condiciones de vida, en lo familiar, social, político y económico. Vuelven a morir Las Mirabal, porque ni en los doce años del fenecido ex presidente Joaquín Balaguer, los dominicanos estuvieron sometidos a los actuales niveles de una crisis que no parece tener fin. Vuelven a morir porque desde que fue declarado el 25 de noviembre «día de la no violencia contra la mujer» se multiplica cada día el número de mujeres víctimas de la violencia intrafamiliar. Vuelven a morir porque la libertad está siendo coartada, sobre todo, la de aquellos que sirven al país a través la comunicación social. Vuelven a morir porque cada vez hay más exclusión y discriminación; vuelven a morir con las denuncias de que servidores públicos se dejan sobornar; vuelven a morir con los actos de corrupción impunes; con la interferencia de los poderes públicos;. Vuelven a morir con los centenares de muertes por el dengue, sin que sea debidamente concientizada la población; vuelven a morir con la situación de los damnificados de las recientes inundaciones en la Región Norte y el abuso de quienes desvían los aportes de las manos solidarias; vuelven a morir porque, pese a las consecuencias se impondrá la reelección presidencial; vuelven a morir porque policías y militares mezclan sus funciones con la política.
Y están volviendo a morir, porque entendiendo sus razones; la dimensión de sus luchas, de la represión, persecución, el maltrato, las humillaciones y discriminación de que fueron víctimas; si de alguna manera hubiera que buscar una «justificación» que hiciera entender (sin olvido ni perdón) el por qué fueron tratadas de tal forma y vilmente asesinadas, pudieran ellas (y todos nosotros) colocar esto en la conducta del régimen trujillista y su sangrienta dictadura. Pero cómo justificar que Minerva, Patria y María Teresa Mirabal tengan que volver a morir avergonzadas y lastimadas de que en medio de una democracia por la que tantos patriotas dominicanos y de otras naciones hermanas que practican el internacionalismo lucharon y siguen luchando por mantenerla y mejorarla, se estén viviendo situaciones como si fuera en aquellos años? Algunas peores?. ¿Cómo justificar que Las Mirabal vuelvan a morir al ver que en la democracia dominicana se siguen usando métodos represivos y disparando balas contra manifestantes de protestas sociales pacíficas por demás en medio de una crisis sin precedentes? Lo que está aconteciendo en nuestra sociedad no puede seguir; de alguna forma civilizada hay que parar el ritmo de las cosas. O, este pueblo irá muriendo, nuestra sociedad languideciendo y la democracia también. ¡No permitamos que vuelvan a morir Las Mirabal!