Las miserables hermanas del petróleo

Las miserables hermanas del petróleo

Comentario Editorial
Las compañías petroleras internacionales que descendieron de las poderosas “siete hermanas” han estado perdiendo presencia en el suministro de petróleo al mundo durante años, pero ha sido solo cuando el petróleo se ha mantenido tercamente por encima de los US$50 el barril que la importancia del cambio en la industria ha quedado clara. Las “nuevas siete hermanas”, fuera de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ahora tienen el petróleo y mueven la mano. Si las demandas de energía del mundo se van a satisfacer, para no hablar de los intereses económicos de los productores de petróleo, las relaciones intra-familiares tienen que mejorar.

La industria invirtió US$340 millardos en petróleo y gas natural en 2005. Parece mucho, pero la Agencia Internacional de Energía lo calificó de “inadecuado”. Después de ajustar el costo de la inflación de doble dígito, este gasto apenas ha subido desde 2000. El futuro parece aún menos promisorio porque a pesar de los ingresos récord y los precios del petróleo muy por encima del costo marginal de producción, las compañías petroleras no están reinvirtiendo en la industria.

¿Debemos culpar a las compañías de petróleo internacionales, o a las compañías petroleras nacionales, que controlan el petróleo realmente? Ningún de los dos grupos tiene el monopolio de la incompetencia, pero algunos participantes están peores que otros. 

Aramco de Arabia Saudita, Petrobras de Brasil y Petronas, e Malasia son tres de las nuevas siete que han demostrado que las compañías petroleras nacionales pueden expandir su propia producción y hasta aprovechar que están fuera  sus fronteras. Todas se las han arreglado para extraer el beneficio máximo de sus propios recursos, además de la experiencia extranjera.

Entre las compañías petroleras nacionales que han fracasado se incluyen PEMEX, de México, y PDEVSA, de Venezuela. Con aislar los campos petroleros de la experiencia internacional y manejarlos utilizando los mimados monopolios estatales es poco probable que se aproveche al máximo su valor, aún cuando el duro control político de los ingresos es una forma asequible de financiar programas sociales populistas. El petróleo, por supuesto, es de ellos, pero el aislamiento no es la mejor forma de convertirlos en dinero.

Las compañías petroleras internacionales tampoco dejan de ser culpables. En lugar de buscar una solución a sus crecientes problemas de acceso, le han devuelto miles de millones de dólares a sus accionistas, admitiendo con ello, en efecto, la derrota. ExxonMobil ha demostrado que puede operar en el difícil nuevo clima mejor que la mayoría. Rivales como Royal Dutch Shell, BP y ENI han tenido dificultades para mantener un asidero en el costo y calendario de proyectos cada vez más complejos.

Como grupo, las compañías petroleras internacionales anuncian su capacidad técnica y dicen que eso las separa de sus colegas nacionales. De todas formas, no han producido ningún paso de avance sensacional más de una década, y pagaron caro con el despido de decenas de miles de ingenieros y geólogos, y los hambrientos programas de investigación, mientras contaban sus centavos durante los magros años de 1980 y 1990.

La competencia mejora los resultados, por eso estos alardes de experiencia en gran medida están en lo cierto. Sin embargo, la humildad podría ser más inteligente: petróleo sin experiencia en la producción es ineficaz, pero la producción sin petróleo carece de valor.

Está perfectamente claro que en la medida que se incrementa la sed del mundo por el petróleo, la demanda de tecnología de avanzada y de los mayores y mejores campos de petróleo no hará más que intensificarse. Hay mucho que ganar si se trabaja junto, pero puesto que la exploración petrolera es un asunto a largo plazo, de alto riesgo, no va a ocurrir nada importante sin mayor confianza. Las cifras de la industria deberían tratar de servir para contratos bien pensados que hagan felices a todas las partes, aún cuando el precio del petróleo haga algo inesperado. ¿Es esto pedir demasiado?

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