Las miserias de algunos políticos

<p>Las miserias de algunos políticos</p>

ANTONIO PEÑA MIRABAL
La actividad política es asaltada con frecuencia, por actitudes de parte de quienes la ejercen, que desnaturalizan su esencia de servir y la transforman en un legajo de prácticas que la desmeritan no solo a ella, sino a quienes la practican. Cuando ésta se ejerce con fines distintos a los de su origen, se empequeñece y produce desconcierto en quienes ven en ella la posibilidad de construir una sociedad que procure el bienestar común. No se equivocó el patricio cuando afirmó que “la política es la ciencia más pura después de la filosofía ocupar las mentes nobles”. Y la verdad es que son los que la ejercen quienes las desfiguran o la enaltecen con sus hechos.

En nuestro país es donde quizás mayor abundan esos comportamientos que desacreditan la “ciencia pura” de la política, y la convierten en cual mercado donde se cambia de parecer de la noche a la mañana sin pensar en el compromiso con los principios, la ética, el buen nombre, la vergüenza, la historia, etc. Hay políticos del pasado responsables de ese retorcimiento, y lo peor de todo, es que los hay del presente, que pretendiendo superarlos no escatiman esfuerzos en acciones descabelladas.

El oportunismo ocupa una posición cimera en el despropósito de los politicastros del país. Hay quienes por preservar sus intereses particulares no están dispuestos a ejercer lealtad a los principios, ni ser consecuentes con su propio pasado. Cuando ven que sus privilegios corren peligro, cambian de equipaje con la misma rapidez que el camaleón cambia de color para atrapar sus presas. Entonces emergen las explicaciones vacías, los razonamientos superfluos, porque de lo que se trata es de salvar el pellejo aunque la historia les guarde un lugar en su zafacón preferido.

El chantaje toma cuerpo cuando no hay ideas qué ofertar, cuando no hay forma de justificar el atropello, cuando se percibe que la comodidad esporádica del cargo está en peligro y hay que amenazar para imponerse y permanecer en él sin importar cuántos caigan. Los chantajistas actúan como los cobardes, no son capaces de hacer valer sus criterios, sus ideas valen el salario de sus puestos, la comodidad de las jeepetas asignadas, las francachelas de las queridas. La única idea que son capaces de defender, hasta con la vida si fuese necesario, es la de impedir quedarse sin privilegios, si tienen que arrastrarse, se arrastran, si tienen que entregar sus esposas, las entregan, si tienen que venderse, se colocan precio.

La ingratitud no es sólo cuestión de los políticos, es una miseria que albergan muchos. Cuando éstos la ejercen, nos dan la oportunidad para conocerlos en profundidad, ya que la política muchos la han convertido en el arte de la simulación, y sólo cuando llega “la hora de los hornos” es que conocemos a cada quien cual tal es. La gratitud es una virtud que enaltece al ser humano. Está llena de bondad y honor, de desprendimiento y humildad. Cuando se favorece a alguien con una acción, esfuerzo, sacrificio, etc., si se ha hecho convencido de la certeza de la misma, no se espera recompensa o pago por ella, pero nunca se espera de su beneficiario la ingratitud.

Balaguer, Bosch y Peña Gómez tuvieron que soportar muchas acciones ingratas de dirigentes que fueron ampliamente beneficiados por estos tres líderes, y la forma en que las manejaron no hicieron más que afianzar su estatura política. Personas que sin talento fueron convertidos en secretarios de Estado, síndicos, senadores, diputados, etc., que sin tener con qué vivir, pasaron a ostentar grandes fortunas, sin tener abolengo dieron el salto social.

Estas miserias que acompañan a muchos de nuestros políticos actuales, es un reflejo del atraso del que siempre habló el profesor Bosch, quien nunca tuvo un acto de ingratitud, oportunismo o chantaje, y siempre actuó apegado a sus principios, con una honestidad política que lo sitúa en el lugar de los grandes, al que nunca llegarán los circunstanciales.

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