Las monarquías europeas en el ojo del huracán

Las monarquías europeas en el ojo del huracán<BR>

Lo siento mucho. Me he equivocado. No volverá a ocurrir, declaración del Rey Juan Carlos después del accidente de cacería en África en abril 2012

El Príncipe instó a los jueces, a los 231 que acaban de salir de la escuela judicial, a ejercer su profesión con «valentía», «prudencia» y «fortaleza» y les dio todo su «apoyo y reconocimiento», también «el de Su Majestad el Rey» porque   a su juicio juegan un papel «clave» para garantizar la protección de derechos y libertades. «Los miembros de la carrera judicial sois merecedores de la mayor confianza». «La función de los jueces cobra aún mayor trascendencia en momentos complejos como los actuales». «La independencia, la imparcialidad y la igualdad en la aplicación de la ley (son las) cualidades necesarias de un juez».  Palabras de Felipe de Borbón a los jueces que se iniciaban en la carrera judicial en Barcelona, el mismo día en que se conocía la imputación de la Infanta Cristina en el caso NOOS a principios de abril 2013.

Hace apenas unos días, el 30 de abril de 2013, se produjo con todo el protocolo y  parafernalia característica, la coronación de los nuevos reyes de Holanda, Guillermo Orange de Holanda con la argentina, hoy reina holandesa, Máxima Zorreguieta Cerruti. Un cambio de titular, después que la reina Beatriz de Holanda abdicara al trono por haber cumplido 75 años. Todo parece indicar que el cambio es aceptado por todos los sectores en Holanda, Europa y el resto del mundo.

Sin embargo, la monarquía española está viviendo su peor momento. El evidente deterioro físico y de popularidad del rey Juan Carlos ha avivado el sentimiento republicano. Los últimos sondeos han mostrado que crece el porcentaje antimonárquico, especialmente entre los jóvenes, que no tienen la conciencia plena del papel jugado por el Rey cuando un grupo de militares quisieron dar un golpe de Estado, y este aplastó el intento al declararse públicamente en contra de los golpistas. Pero es también el resultado de sus desacertadas actitudes públicas, como fue el caso de la rotura de cadera después de haber ido a África a cazar elefantes. No tuvo más remedio que pedir disculpas.

Hace apenas unos meses que se publicaron los resultados de un sondeo realizado por la empresa Metroscopia, que se llevó a cabo entre 2.400 personas en marzo  de 2013, y publicado por el periódico El País el 7 de abril de este año. El sondeo evidencia que la posición más difícil la tiene el Rey, quien ha perdido mucha popularidad especialmente entre los más jóvenes. Los encuestados respaldaban la renuncia a favor de su hijo el Príncipe de Asturias. Está claro que la imagen del monarca se ha deteriorado, producto de sus deslices e infidelidades y las acusaciones de corrupción en el seno de la Familia Real. El sondeo mostró que el 53 por ciento de los encuestados desaprobaba la forma en que el Rey, de 75 años, estaba realizando sus funciones. En diciembre de 2012 se había hecho un ejercicio similar con resultados muy diferentes. Un elemento importante es que el sondeo se realizó antes de la imputación  de la infanta Cristina, esposa de Urdangarin, acusado por el caso NOOS.

Tal parece que el Príncipe de Asturias, que ya cumplió 45 años, ha podido salvar la imagen de la monarquía española, pues no se ha visto afectado directamente por ninguno de los escándalos de la familia. Otro sondeo realizado en enero de  2013 mostraba que el 45 por ciento de los españoles quería que el Rey abdicara para favorecer a su hijo. La crisis española se refleja también en la mala imagen de los políticos. Sólo el 19 por ciento aprobaba la gestión del Gobierno y el 93 por ciento desaprobaba las acciones de los políticos.

La situación de España preocupa a todos, al pueblo, a los periodistas y a los académicos.  Francesc de Carreras, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Autónoma de Barcelona, publicaba en LA VANGUARDIA el 4 de octubre de 2007 un interesante artículo titulado ¿De qué Monarquía hablamos? en el que afirmaba que en la política española se comenzaba a caer en el vicio de inventarse falsos problemas. El riesgo de este vicio es que estos problemas ficticios acaben convirtiéndose en verdaderos. Situados en esta peligrosa senda, ahora el turno le ha tocado a la monarquía. Ciertamente, pocos temas ofrecen tantas posibilidades para la demagogia fácil: quizás este es el motivo de haberlo escogido como espacio de debate. Intentaremos, en este artículo, aportar algunos gramos de razón.

A su juicio la crítica que se hace en España sobre el costo económico de mantener a la monarquía era alto. Afirma el autor que es problema ficticio. ¿Por qué? Dice que es la crítica más fácilmente desmontable, pues con revisar los presupuestos generales del Estado, se puede observar que es la institución más barata: Concretémoslo en el proyecto de presupuestos para el año próximo que se está tramitando en el Congreso: a la Casa del Rey se destinan 8,66 millones de euros; al Ministerio de la Presidencia, 358,33 millones; a las Cortes Generales, 232,53 millones; al Tribunal Constitucional, 26,27 millones; al Consejo General del Poder Judicial, 72,86 millones; al Consejo de Estado, 11,75 millones; al Tribunal de Cuentas, 57,16 millones. Los números hablan por sí solos. ¿Es una institución cara?

Apunta también que es falso el dilema que se plantea entre democracia y monarquía. Afirma con energía que ni todas las repúblicas son democráticas, ni todas las monarquías, antidemocráticas, ello es evidente si echamos una mirada al mundo… En nuestra Constitución el rey no posee poder político alguno, ni legislativo, ni ejecutivo, ni judicial, ni de ningún otro tipo. Si lo tuviera, al no ser un cargo electivo, no estaríamos en una democracia política. El rey es titular de la Corona, nombre que adopta la jefatura del Estado en España y, dado que es un cargo hereditario, no puede tener poderes políticos propios, sólo tiene deberes, cumplir con determinados actos debidos y ejercer potestades meramente formales. Como jefe del Estado, es el símbolo de su unidad y permanencia. El responsable de sus actos políticos es siempre otro – el presidente o algún ministro, en ciertas ocasiones el presidente del Congreso-, porque no es él quien toma las decisiones políticas.

Afirma que la contradicción de la actualidad no está entre monarquía y república, sino entre democracia y dictadura. Desde este punto de vista, la crítica a la monarquía no tiene fundamento. Sólo la tendría si el rey dejara de cumplir con sus obligaciones constitucionales, intentara tener influencia allí donde no tiene poder, es decir, si por canales indebidos abusara de su condición de jefe del Estado.

En la opinión del catedrático universitario, la preservación de la monarquía como institución no debe cuestionarse. El dilema no debe presentarse con respecto a la república, sino a la opción incuestionable de la democracia.

El problema hoy es que la monarquía española está en serios problemas de legitimidad. Esta situación ha sido objeto de análisis y burla en la prensa mundial. El Washington Post escribía el año pasado lo siguiente: “Justo después de confesar a sus ciudadanos que no podía dormir por las noches por culpa del paro juvenil, el rey de España cogió un avión y se fue de safari a Botswana a matar elefantes”.  En el artículo del periódico se hace una exhaustiva referencia al hecho de que la mayoría de las monarquías europeas se han visto en la necesidad de reducir sus presupuestos y sobre todo a transparentarlo. Como ocurrió hace unos días cuando la casa real de España se acogía a la ley de transparencia, como una forma de detener las críticas a los actos dolosos del yerno del rey.

The Washington Post apoya, quizás sin saberlo, la posición del catedrático español al afirmar que los salarios del rey (unos 266.436 euros)  y del príncipe (unos 127.636 euros) son inferiores a los del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, que se calcula en 319.105 euros. Y establece una comparación entre el gasto total de la monarquía española con las demás casas europeas. Según el periódico, la familia real de España le cuesta a los españoles entre 11 y 12,3 millones de dólares. La holandesa cuesta 48,5 millones de dólares y la inglesa 47 millones.

Pueden existir argumentos a favor o en contra de la monarquía. Lo cierto es que la situación de la española es la más difícil actualmente. Si pretenden preservar la institución política, como garante del Estado, deberán tomar medidas urgentes. La única salida que puede preverse de inmediato es la abdicación del Rey, pero no parece estar en su universo inmediato, pues a pesar de sus problemas de salud, se aferra a su estatus, aunque el mundo a su alrededor se derrumba.

Yo, nacida en una isla republicana, veo con gracia la insistencia de mantener una institución que tiene grandes raíces en la historia de esas sociedades, precisamente donde nació el capitalismo y sobre todo las ideas del liberalismo.

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