REGINALDO ATANAY
NUEVA YORK.- «Hay que ver qué vaina es que hay dentro de eso, y qué es lo que quieren desviar de la opinión pública» nos decía un amigo, al comentar el escándalo que se produjo el 11 de diciembre, y que la opinión pública lo conoció un mes después, cuando un programa de televisión se hizo eco, publicando fotos bien descriptivas de lo que se hizo aquella noche.
Se trata de las tres mujeres, jóvenes, que se pusieron a practicar, en público, y encima de la capota de un carro, actos de lesbianismo, en la céntrica avenida Abrahán Lincoln, próximo a la también avenida Lope de Vega, en la ciudad de Santo Domingo. Fue un espectáculo observado por decenas de personas, y «terminada la cosa» cada quien se marchó (practicantes y observadores) como si hubieran asistido a una obra de teatro.
Y el amigo nos hacía ese señalamiento, porque sabe que cuando con política se anda en la cosa pública, se inventan muchas situaciones para convencer o disuadir a las gente; para dejar que se hable de un tema y para que se olviden cosas; como por ejemplo, muchos actos de corrupción administrativa que se han enseñoreado, y han sido denunciados, al paso de los años, en la administración pública quisqueyana, olvidándose luego, «como si nada hubiera pasado».
Pero, parece que se trató de una simple vagabundería, en que contrataron a unas muchachas para que hicieran ese u otros espectáculos de esos que despiertan la libido, y que «ponen a uno en lo que no está»
El hecho, es vergonzoso. Y penoso.
Y mueve a uno a reflexionar cómo se han ido produciendo descomposiciones en la sociedad dominicana, en donde cosas que antes eran tabú, ahora son las más comunes y simples. Mas eso, no es monopolio de la Dominicana tierra. Es, como dicen los observadores, y los que oyen a los observadores, «señales de los tiempos».
De un tiempo en que se dejaron de «amarrar los perros con longaniza» para con todo tipo de estupefacientes, deteriorar a muchas personas, mayormente jóvenes, que cada vez quieren hacer más cosas de las que nadie hace, para llamar la atención, y para abandonar, con la mayor premura posible, las reglas de moralidad, de respeto, que han contenido a los instintos desde los comienzos de los tiempos.
El acto de lesbianismo en la avenida Abraham Lincoln, no es nada nuevo. Eso forma parte de la prostitución; la prostitución es un fenómeno universal y, quienes fijan lemas en el discurrir de las sociedades, ya han llamado a esa práctica «el oficio más viejo de la humanidad». No obstante, por ser viejo ese ejercicio, no quiere decir que lo que se hizo fue una gracia social, sino una ofensa a la moral, y un acto de desprestigio a la sociedad criolla.
Ese caso hay que verlo en conjunto con otros que se están produciendo en el ambiente dominicano. Como el caso aquel en que una banda de delincuentes penetró, hace pocos meses, a una funeraria, y se llevaron el cadáver de otro delincuente muerto en camorra, para velarlo «patrióticamente» en una cancha de <i>basketball<i>, rodeado por malandrines armados, que repartían terror entre los que protestaban por ese hecho.
Y el otro caso más reciente, en que los bandoleros pasearon por las calles de la ciudad el ataúd, con el cadáver de otro delincuente asesinado, y cubierto con la bandera nacional, cual si se tratara de un prócer.
Se suceden otras desvergüenzas, como el «olvido» de hace tres años, del asesinato del senador Darío Gómez; el del general retirado Javier Beauchamps Javier, el del sicario confeso Carlos Everzt.
El disfrute de automóviles por varios jerarcas de la Policía Nacional, que habían sido robados en distintas partes del país; «el viaje de estudio» de Pepe, el ex coronel, de quien dicen «sabe muchas cosas» y que «lo sacaron del país pa»»que se calle la boca».
En lo del Coronel Pepe, a más de haber «un misterio», (eso parece un juego de lotería) también hay un relajo, pues el hombre, desde Europa, ha solicitado que las autoridades dominicanas le «levanten el impedimento de salida del país», como si él ahora mismo estuviera establecido en El Seibo. O en Gurabo.
Sobre el caso de las puticas que se pusieron a ejercer su vagabundería en la avenida Abraham Lincoln, ha llovido comentarios diversos en todos los sectores de la sociedad, comenzando por lo de la rapidez con que las autoridades las identificaron y las localizaron.
Y tantos sinvergüenzas que le están haciendo daño al país, y que se sabe dónde están, con quién andan y qué es lo que hacen, y… «no se sabe dónde están?
¡Qué vaina! ¿Eh?
Para la meditación de hoy: Hay en tu corazón fuerza de vida; de vida física, de vida cósmica. Fíjate que cuando el humano quiere significar grandezas, habla del corazón… del suyo o del de otro. O del de la humanidad. De vez en cuando, viaja mentalmente al interior de tu corazón, siéntate dentro de él, y bendícelo. Y desde allí mismo, envía un sentimiento de amor a ti mismo, a quienes te rodean… a la Madre Tierra. Ese te será un ejercicio de reconstrucción, de reavivamiento. Y de vida.