Las muertes dominicanas por coronavirus

Las muertes dominicanas por coronavirus

Para el común de los mortales la pandemia del covid-19 golpea a ciegas por igual a todas las personas, esto significa un error de percepción, ya que no solamente muestra un sesgo de edad y de sexo, sino que además evidencia una importante desviación señalizada por la capa social a la que pertenezca el individuo.

¿Cuáles condicionantes facilitan la transmisión del coronavirus? Veamos: siendo el modo de contagio principal el contacto de un portador del virus, sea que esté sano o enfermo, con otro ser humano a través de las vías respiratorias altas por medio de la tos o el estornudo, salta a la vista que el hacinamiento o cercanía humana viabiliza un efectivo contagio.

Una familia numerosa ubicada en un barrio pobre con las casitas muy cerca una de la otra, sumado a la deficiencia de agua potable y drenaje sanitario adecuado constituyen un caldo de cultivo ideal para la multiplicación de la infección.

La gente humilde generalmente posee un bajo nivel de instrucción sanitaria y gana el sustento diario para los suyos a través del milagro de la suerte que le depare la calle, por lo que le resulta imposible mantenerse bajo cuarentena hogareña, so pena de morir por inanición.

Recordemos que vivimos en una sociedad en la que bienes y servicios no se comparten por igual, hay una minoría afortunada que disfruta de la mayor parte del pastel, mientras que otra mayoría debe conformarse con el fragmento que le permiten saborear. La otrora pujante clase media es hoy una especie en extinción.

Recuerdo que siendo niño allá por la década de los cincuenta del pasado siglo cuando un humilde campesino caía enfermo en una cama donde primero se acudía era a la casa de la curandera, mujer con poderes curativos que adivinaba el mal y por tanto le recetaba una tisana a base de distintas hojas medicinales.

Si ello no fuera suficiente para restablecer la salud del infortunado se procedía a sacarlo al pueblo en busca de la asistencia de un facultativo. Si el paciente era muy pobre y no podía atenderse en una clínica entonces lo conducían al hospital.

De manera que desde la era de Trujillo los centros hospitalarios eran lugares para consultar e internar a la gente escasa de recursos financieros.
Las carencias y limitaciones de los hospitales dominicanos ha sido la tradición más que la excepción.

Esa tara financiera se ha pretendido resolver con la doctrina política neoliberal de la privatización de los servicios de salud nacionales. Quien se enferme gravemente y no cuente con un buen seguro médico está sentenciado a morir.

Si te ataca el Covid-19 y no cuentas con el debido respaldo financiero solo te toca rezar si eres devoto, o resignarse a morir estoicamente con una progresiva y asfixiante insuficiencia respiratoria.

Bueno sería el que nuestros epidemiólogos ampliaran los datos de los fallecidos por coronavirus en la República Dominicana, agregando los niveles de ingresos económicos de las víctimas mortales, su escolaridad, vivienda y lugar social que ocupan en su comunidad. Así sabremos que no es verdad que el covid-19 ataca por igual a todos sin discrimen alguno.

¡Que va gallo, que va! Si hay un rico que pague por un soporte mecánico respiratorio las 24 horas en una moderna unidad de cuidados intensivos, éste tendrá más probabilidades de sobrevivir a la pandemia que un humilde hombre del pueblo.

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