Jorge Guillén, el eximio bardo e intelectual español, merecedor del Premio Miguel de Cervantes en 1976, fue uno de los autores del siglo XX que tomó el deporte como leitmotiv de su proceso creador, y la mejor prueba es su hermoso e inspirador poema Nadadoras, incluido en su texto Maremágnum, publicado en 1957.
Su incursión en el deporte como tema literario no se limitaría al indicado poema. En el 1963 volvió a convertir las imágenes del deporte en ejercicio de belleza, al escribir el breve y originalísimo poema Carrera, centrado en la competición automovilística, el cual aparece en su obra A la Altura de las Circunstancias.
Perteneció a la Generación del 27, cuyos jóvenes integrantes llegarían a consagrarse como una constelación de prominentes escritores. Tales son los casos de Federico García Lorca, Pedro Salinas, Rafael Alberti, Miguel Hernández, Vicente Aleixandre y León Felipe, entre otros.
Nació en Valladolid el 18 de enero de 1893 y se inició con el poemario Cántico en 1928, que sería ampliado en diversas ediciones. En su vasto accionar, también se destacó como crítico literario y académico, tras licenciarse en la Universidad de Granada y obtener el doctorado en la Universidad de Madrid. Tuvo la distinción de ser designado como Lector de Español en la Sorbona de París. También impartió docencia en las universidades Harvard, Sevilla y Murcia.
Durante la Guerra Civil en España, es encarcelado brevemente en Pamplona, vuelve a impartir cátedras en Sevilla y se identifica por un corto período con la Falange Española, pero rápido reniega del fascismo franquista y se exilia en el 1937, situación que le llevará hacia un destino itinerante por varios países, donde continuará su valiosa labor literaria; una caída con rotura de cadera lo desliga de la docencia en 1970 y muere en Málaga el 6 de febrero de 1984, a los 91 años.
La crítica especializada sostiene que la producción poética de Guillén se caracteriza por el empleo de un lenguaje extraordinariamente elaborado, consistente en un riguroso proceso de eliminación y selección. La complejidad de su obra creadora, descansa en el ideal de poesía pura, signada por su condensación y densidad, siguiendo el estilo de su connacional Juan Ramón Jiménez.
Veamos a continuación su poema Nadadoras:
Acordes al compás,
-Una música suena desde un mármol de orilla
Los dos grupos de nadadoras
Desenvuelven figuras de salud,
Y como respondiendo al más
Sutil laúd
Posible sobrepasan-de un orden servidoras
A la nunca sencilla
Naturaleza,
Ignorante del ritmo prodigioso
Donde empieza
Cuna, taller y coso
El ímpetu que asciende a esta belleza
Del movimiento exacto:
Regocijo del músculo obediente,
Qué gozo en el contacto,
Qué noble libertad por su corriente,
Piel todavía flor,
Carne ya es amor,
Muchachas que son música en la mano
De nuestra primavera.
Las nadadoras, frente al sumo arcano,
Dirigen la armonía de la esfera,
Maravillada por el cuerpo humano.