Las necesidades de la UASD

Las necesidades de la UASD

Las necesidades de la Universidad Autónoma de Santo Domingo son variopintas y sería irracional verlas a través de una lente dispareja, que privilegie un aspecto particular en perjuicio del interés general. El Consejo Universitario ha aprobado para profesores y empleados un alza salarial de 10% y de 25% en viáticos, pero los docentes lo rechazan y decidieron lanzarse a un paro laboral de 72 horas que comenzó ayer. Los empleados y estudiantes censuran esta actitud obviamente perjudicial para la familia universitaria.

El personal de la UASD necesita, más que un alza salarial mayor que la ofrecida por el Consejo Universitario, reactivar reivindicaciones como la Administradora de Riesgos de Salud que les protege, pero que está descapitalizada. La academia necesita más aulas y  profesores. Está obligada a distribuir racionalmente los  recursos adicionales que ha recibido en el presupuesto de este año, pero los profesores ven las cosas desde la óptica de sus particulares necesidades o ambiciones.

   Los profesores universitarios deben recuperar el tino y reconocer que han adoptado una actitud repudiable. Sus apetencias no pueden estar  por encima de las necesidades de los demás servidores, y mucho menos de las posibilidades y necesidades de la propia academia. Un buen paso sería desactivar la rabieta  y volver a clases.

Empecemos por La Barquita

El decreto 16-13  declara como alta prioridad del Gobierno la reubicación de los residentes en La Barquita, un sector a orillas del río Ozama frecuentemente azotado por las crecidas.  Es una decisión que armoniza  con una promesa de campaña del Presidente Danilo Medina y que daría respuesta a una vieja necesidad. La Barquita es inhabitable y lo demuestra la deplorable  tragedia humana que se vive allí en cada temporada ciclónica.

Pero el desalojo de La Barquita debe marcar el inicio de una política de erradicación de los asentamientos humanos en zonas de ostensible peligro. Debe prohibir  definitivamente el levantamiento de viviendas en los lugares desalojados por su peligrosidad. Varios sitios inhóspitos  que ahora están habitados fueron desalojados alguna vez sin la previsión de impedir nuevos asentamientos. La Barquita debe marcar el principio del fin de esa imprevisión.

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