Las niñas son el himno de la patria

Las niñas son el himno de la patria

En el Día Internacional de la Niña, fui testigo de un acto distinto. No “sobre” las niñas, sino de ellas, por ellas y para ellas; quienes lo pensaron, organizaron, escribieron y produjeron, con el acompañamiento de sus organizaciones. Nosotros, las y los adultos, fuimos invitados a sentarnos en las sillas como alumnas y alumnos en sus pupitres, a escuchar y dejarnos interpelar.

En cada palabra y gesto, las niñas dominicanas dejaron claro que no quieren ser objeto de discursos, sino sujetas de cambio. La puesta en escena de los Clubes de Chicas, que mostró sus realidades, fue mucho más que simbolismo: un ensayo de país, un anticipo de la sociedad que podríamos ser si de verdad las escucháramos.

Al pensar en ellas, recordé a Salomé Ureña, madre de la educación dominicana y poeta de la patria. Ella entendió antes que muchos hombres de su tiempo que la educación era la llave de la libertad. Su voz, plasmada en versos, sigue siendo hoy una llamada a la dignidad. Por eso, inspirándome en su legado, me atrevo a afirmar que las niñas son el himno de la patria: en sus voces se entonan las notas de la esperanza, la justicia y el futuro.

Pero Salomé no estuvo sola. La historia dominicana está llena de mujeres que abrieron camino con valentía: la doctora Evangelina Rodríguez, primera médica del país, que desafió los prejuicios de su época; María Montes, símbolo de nuestra cultura; Piky Lora, combatiente de la libertad; Tina Bazuca, ícono de la resistencia; y en tiempos más recientes, Marileidy Paulino, quien nos recuerda que la grandeza dominicana puede correr libre y alcanzar la gloria mundial. Cada una, en su rama, ha levantado la voz y el cuerpo para dignificar a las mujeres.

A su vez, me resuena la enseñanza de doña Ivelisse Prats Ramírez, insistiendo en que “invertir en educación es invertir en terreno fértil”. Hoy debemos decir con claridad que invertir en las niñas es invertir en el desarrollo del país. Allí donde florece su educación, se ensancha el horizonte democrático y productivo de la nación.

Sin embargo, no podemos ignorar las cifras que retratan la desigualdad. El 20% de los partos en República Dominicana corresponde a madres menores de 20 años, según la ENDESA 2019; mientras el Ministerio Público reporta que más del 60% de las denuncias por violación sexual tienen como víctimas a menores de edad; y sobre la violencia estructural ligada a la menstruación, advierte UNICEF que miles de niñas faltan a clases o abandonan la escuela por la falta de baños adecuados, lo que las expulsa simbólicamente de las aulas.

A lo anterior, se suma la cultura machista que las responsabiliza de embarazos mayormente perpetrados por hombres adultos; y mientras tanto, las escuelas siguen sin impartirles educación sexual integral, en sus casas las sobrecargan con las tareas domésticas; y la sociedad las sanciona si sueñan con ser ingenieras, científicas o líderes políticas.

Debo precisar que ese acto de conmemoración fue posible gracias a instituciones como el Consejo Nacional para la Niñez y la Adolescencia (CONANI), Plan International, la Dirección de Desarrollo Social Supérate y el Ministerio de la Mujer, además del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), todas integrantes del Gabinete de Niñez que preside la primera dama, Raquel Arbaje.

Ojalá ese Gabinete, en los próximos años, convoque también a otros funcionarios clave: al ministro de Educación, Luis Miguel Decamps, para que escuche sobre la necesidad urgente de baños limpios y privados; al ministro de Obras Públicas, Eduardo Estrella, para que garantice parques y espacios donde las niñas puedan desarrollarse con seguridad; y al ministro de Deportes, Kelvin Cruz, para que atienda la denuncia de cómo ellas son desplazadas de canchas y espacios deportivos cuando llegan los varones. Proteger a las niñas no puede ser un asunto exclusivo de las instituciones que tradicionalmente trabajan el tema: debe estar en la agenda de todos los hombres que toman decisiones en el país.

Como activista social, periodista y experto en estudios de masculinidades, lucho por la igualdad sustantiva entre hombres y mujeres. Y esa meta no se hará realidad si seguimos postergando las necesidades de las niñas. Por eso, me comprometo a seguir visibilizando los impactos del machismo y de la violencia estructural que las limita, y promoviendo desde el periodismo que estos reclamos se conviertan en políticas reales.

Hoy más que nunca, la patria nos convoca a escuchar a nuestras niñas. La historia nos ha mostrado que cuando las mujeres alzan la voz, las sociedades se transforman. Y este es el momento para que hagamos causa común, como nación, garantizándoles un presente digno y un futuro posible. Por eso me comprometo a dar seguimiento a lo que ellas dijeron. Que las autoridades respondan, que las entidades acompañen, que la sociedad entera se sume a este movimiento de dignidad, porque cuando las niñas hablan, nos toca escuchar y actuar para que ellas no se queden atrás.