El próximo 20 de mayo, justo dentro de siete días, los ciudadanos y ciudadanas con derecho al voto tienen ante sí dos claras opciones (al margen de otras buenas pero sin posibilidades) que pueden definir el futuro del país; de un lado Danilo Medina que garantiza la continuidad de los grandes logros de este gobierno y la posibilidad del país seguir avanzando en términos económicos, sociales e institucionales; mientras del otro, Hipólito Mejía, que representa el pasado, el retorno al caos, a la crisis económica y la pérdida de todo lo que hemos logrado en estos ocho años.

De un lado, Danilo Medina se preparó para dirigir los destinos del país con eficiencia; ha presentado un discurso de propuestas realizables, y del otro lado, Hipólito Mejía, carente de propuestas, que cuando se sale del guión escrito por sus asesores es incapaz de coordinar las preguntas con sus respuestas y comete graves dislates reveladores de un desconocimiento de los temas.

Danilo Medina maneja con soltura y conocimiento todos los temas de la agenda nacional; sobrio, racional, sosegado, dispuesto al diálogo, respetuoso de los demás poderes del Estado, mientras el otro camino  conduce a un candidato irreflexivo, intolerante, incapaz de mantener un diálogo y mucho menos unir voluntades.

Danilo Medina no ha sido Presidente, pero su paso por la Cámara de Diputados y la Secretaría de la Presidencia mostró un funcionario capaz, honesto y un buen gerente; mientras Hipólito Mejía carga el pesado lastre de haber encabezado el peor gobierno de la República Dominicana, que condujo el país a un desastre económico, social e institucional. Y no ha cambiado, como él mismo lo reconoce.

Danilo Medina se ha comprometido con la Estrategia Nacional de Desarrollo y acordar pactos con la Sociedad Civil y todos los partidos políticos en materia de educación, fiscal y electricidad, fortaleciendo así la gobernabilidad; y del otro lado un candidato que antes de ser favorecido por el voto mayoritario insulta Jueces, amenaza con violar la Constitución para desmembrar las Altas Cortes, cuestiona la Junta Central Electoral, choca contra legisladores, Fuerzas Armadas y Policía Nacional, y promete una especie de cacería de brujas donde él se erige en fiscal, juez y carcelero. ¿Adónde iría a parar la gobernabilidad?

Un candidato que supo construir con tenacidad un poderoso sector externo, conquistó y reconquistó voluntades en el PLD para ganar arrolladoramente la convención,  logró unificar al partido con su discurso, sumar doce organizaciones políticas a su proyecto, contar con el apoyo irrestricto del Presidente y líder, hacer la mejor de las selecciones en la candidatura Vicepresidencial; mientras Hipólito Mejía ganó una convención cuestionada  y ha sido incapaz de unificar su partido.

Un candidato respaldado por una organización disciplinada, consciente de su papel en la construcción de un proyecto-país, encabezada por el Dr. Leonel Fernández con extraordinarios atributos y una obra de gobierno con más luces que sombras; y del otro lado un candidato que ha dividido su partido, llevado la indisciplina a práctica cotidiana y sin nada que mostrar de su obra de gobierno.

Un candidato, Danilo Medina, que goza de la confianza de los mercados, bancos de inversión y agencias calificadoras (informes Nomura, The Economist, J.P Morgan etc.) y por otro lado un candidato que por su pobre desempeño en el gobierno anterior y su choque con varias instituciones, carece de la necesaria confianza y credibilidad.

Por esas y otras tantas razones los ciudadanos y ciudadanas han hecho conciencia de lo que significa el candidato del cambio seguro y lo que significa el candidato del retroceso, y por eso todas las encuestas serias (Gallup, P&S, Benenson, Asisa, Newlink, Insight, Hamilton, Newlink, Cabrera y Asociados) pronostican un triunfo en primera vuelta de Danilo Medina.