Las orquídeas, un antiestrés natural

<P>Las orquídeas, un antiestrés natural</P>

La  magia de las orquídeas  es hoy en día transformada por las grandes firmas, como una empresa de mantenimiento británica instalada en España que en 2006 lanzó un servicio de alquiler de orquídeas para oficinas para reducir el estrés profesional.

Según sus datos, estas plantas ayudan a disminuir en un 70% ese “mal del siglo XXI”.

También en Barcelona (España) se presentó el año pasado una crema a base de extractos de orquídea que, según aseguraban sus promotores, alarga la vida celular. Esta delicada y exclusiva flor es para los japoneses la que mejor los representa y una de las protagonistas del “ikebana”, la disciplina que eleva a la categoría de arte la habilidad de la decoración floral.

La orquídea, de la familia de las Orchidaceae, presenta más de 2500 variedades sólo en Japón, desde algunas diminutas a especies de hasta tres metros.

El Real Jardín Botánico de Kew (Inglaterra) cifra en 880 los géneros de orquídeas y en 22 000 las especies listadas, aunque los expertos aseguran que son muchas más, hasta al menos 35 000, pues su evolución continúa al mezclarse con otras especies.

Estas estilizadas plantas, entre las más caras del mercado, pueden encontrarse sobre las ramas de los árboles (epifíticas), sobre las rocas (litofíticas) o en el suelo (terrestres).

Tokio acoge cada año la mayor feria de orquídeas del mundo, que congrega a los mejores recolectores de esta flor, entre las especies que destacan están  las procedentes de América Latina.

Una de las organizadoras del Festival Internacional de la Orquídea, Nanako Terabuko, describe a esa flor como “la más evolucionada, igual que el hombre lo es entre los animales, y la que más variedades presenta”.

Suele decirse que la silueta de esa flor es muy similar a la figura humana y que la parte superior de la orquídea es como la cabeza del hombre mientras el tallo es, curiosamente, como el cuerpo humano.

Descubiertas en 1818. Hace mucho tiempo, los griegos se dieron cuenta de la peculiaridad de la orquídea  y asociaron su forma a la del órgano reproductor masculino, por ello decidieron bautizarla con el término griego “orchis”, que significa testículo, y que la dota de una connotación afrodisíaca. En los tiempos de la Antigua Grecia este era un símbolo de virilidad.

Pero los tiempos cambian y hoy en día esa supuesta masculinidad ya no se contempla en esta refinada flor, que puede adoptar múltiples tonos y tamaños.

Los horticultores cuentan que el descubrimiento de las orquídeas se dio en 1818, cuando los exploradores de la Inglaterra victoriana se dedicaban a rastrear diferentes regiones del planeta. Así llegaron hasta Sudamérica, de donde el experto inglés William Cattley recibió muestras de plantas que crecían en la selva amazónica.

La contribución de Cattley a la recolección y cultivo de la orquídea fue tal que los botánicos decidieron bautizar con su nombre una de las variedades de esa flor, que hoy se conoce por “Cattleya”.

De esta pecualiar variedad se extrae la vainilla.

 

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