Las otras candidaturas

Las otras candidaturas

A la zaga de los principales aspirantes, pero no por ello menos importantes para el proceso democrático, marchan otros varios candidatos a la Presidencia de la República. Algunos muestran constancia al presentarse ante una opinión pública polarizada. Otros, nuevos en el quehacer comicial, prueban suerte por vez primera en lo que es una tómbola cuyos bolos casi continuamente están cargados.

Y en el caso de las elecciones del domingo venidero, las preferencias de los votantes han mantenido una invariable dirección.

Quisiéramos en obsequio a su esfuerzo, dedicarles unas palabras.

Sobresalen entre los siete candidatos, los nombres de Ramón Almánzar, Raúl Pérez Peña y Héctor Peguero Méndez. El segundo de éstos se ha lanzado al escenario en una exhibición de ingenio que ya hubieran querido para sí algunos de los candidatos de mayor potencial. Almánzar y Peguero Méndez son profesionales de la política, proviniendo aquél de las luchas sindicales y éste de las hornadas perredeístas.

Almánzar es el candidato de la organización Nueva Alternativa, creada para sustentar su nominación en ocasiones anteriores. La votación alcanzada le ha impedido penetrar el selecto cosmos variopinto controlado por los grandes partidos. Pero ha sido insistente en sus aspiraciones, sin duda inspirado por la historia de hombres que como Rafael Caldera o Eduardo Frei, contrarios a sus ideas, acudieron con frecuencia a estas consultas democráticas, hasta lograr sus objetivos.

Se destacó como presidente de la Asociación Nacional de Profesionales Agrícolas, una entidad sindical que tuvo en su haber la organización de paros laborales en diversas épocas. De las huelgas propias de su sector profesional pasó a las que afectaban regiones o al país, por lo que el salto a la política fue casi una obligación. De todos estos nominados, es el más conocido como aspirante a la Presidencia.

Detrás anda Peguero Méndez, quien desertó del perredeísmo como resultado de desavenencias surgidas por la presidencia de la Cámara de Diputados. Una escogencia que lo desechaba, determinada por altos dirigentes del Partido Revolucionario Dominicano lo inclinó a la separación. Entonces, como es propio de la idiosincrasia dominicana, se tornó él mismo jerarca de una fuerza partidista. Lo es del Partido Popular Cristiano, otrora disgregación del Partido Demócrata Cristiano.

Pérez Peña se preparó con bastante antelación. So pretexto de generar publicidad para un programa de televisión que produce desde hace años, colocó anuncios que advertían que «el Bacho va». Para muchos, la frase aludía a su presencia en su espacio televisivo. Pero el Bacho sabía hacia dónde quería ir. A este punto ha llegado, con el ingrediente adicional de que, habiéndose equivocado quienes diseñaron la boleta, obtuvo promoción no alcanzada por los demás.

El Bacho procede de las izquierdas, y puede darse el lujo de que mostrando una postura moderada, echó raíces entre aconteceres revolucionarios y audacias montoneras.

Rafael Flores Estrella también es conocido, pues ejerció a lo largo de cuatro años la Secretaría Administrativa de la Presidencia en el cuatrienio 1982/1986. Durante varios años ha mantenido un polémico espacio radiofónico en el cual expone sin ambages un pensamiento crítico contra quienes juzga culpables de los males del país. Para él, según hemos sabido, este esfuerzo constituye un sacrificio excepcional y plausible, por razones de salud.

Los otros candidatos son Carlos Ramón Bencosme, Nelson Didiez y Ramón Emilio Concepción sustentados por fuerzas emergentes. Pero supongo que unos y otros saben que dependen, más que del voto popular, del azar. Pero en un pueblo donde se juegan tantas formas de lotería, éste no deja de ser un factor a considerar. La suerte, para todos, pues, está echada.

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