Las palabras versus los hechos

Las palabras versus los hechos

Durante las campañas políticas se hacen las más inverosímiles promesas

Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis…: Mateo 7:15-20”.

Durante muchas décadas he venido escuchando repetidamente expresiones cotidianas tales como: “Donde dije digo, digo diego”, “El papel lo aguanta todo”, “Eso no fue lo que quise decir”, “Ay excúsame, lo había olvidado”, “Realmente no recuerdo haber dicho eso”, “Mañana nos juntamos, yo te llamo”, “Me quedé esperándote”, “Se me volvió un etcétera”.

La lista se me haría interminable para los fines del presente artículo, por lo que habré de concentrarme en lo referente al uso del lenguaje tanto oral como escrito para asumir los compromisos de acciones prometidas a cumplirse en un determinado tiempo futuro.

En más de una ocasión le oí decir al profesor Juan Bosch que el dominicano común por lo general no guardaba historia cronológica de las declaraciones o acciones concretas de las personas, por lo que tendía a olvidar con suma facilidad.

De esa condición se aprovechaba mucha gente inescrupulosa para engañar con falsas promesas puesto que al fin y al cabo casi nadie se las reclamaba. Este maestro de la comunicación le daba seguimiento a las citas y convenios acordados, a través de anotaciones en su apretada agenda de trabajo.

Me asombra la inmensa cantidad de gente que vive el día a día sin un diario en el que escriba las tareas a realizar en el porvenir, más bien se confían de la rutina y de la traicionera memoria.

Aquellos que hemos tenido la dicha de ser padre o madre, sabemos lo que significa prometerle algo a un niño. Un menor graba en su mente el acuerdo y a cada momento u oportunidad que tenga nos revive la deuda pendiente hasta el cansancio.

Es durante las campañas políticas y en menor proporción durante el enamoramiento cuando se hacen las más inverosímiles promesas. Lo sorprendente del caso es que tanto el incauto votante, como la ilusionada enamorada creen ver humildad y sinceridad en las miríadas de dádivas pendientes para “mañana”.

Desgraciadamente en el mayor porcentaje de los casos el incumplimiento es la regla. ¿Qué es lo que salva y mantiene con cierta vigencia al consuetudinario prometedor? La corta memoria y el gran olvido de la gente. Amén de la necesidad de creer en que se ve el pobre, humilde y sencillo hombre o mujer del pueblo.

El uso de la Internet ha venido a potenciar la infinidad de ofertas que se brinda mediante la transmisión de mensajes orales, escritos y a través de vídeos grabaciones. Las falsedades que se anuncian como verdades son tan inmensas que solamente el tiempo y los hechos logran convencer a los incautos de su error.

El engaño del discurso apoyado con imágenes fijas o en movimiento se ha multiplicado exponencialmente.

Se cuentan por millones los seres humanos que viven creyendo toda una caterva de mentiras que no contienen el más mínimo asidero de certeza y que la gente acepta como buena y válida, gracias a un acondicionamiento progresivo muy efectivo.

Estamos siendo testigos del triunfo temporal de las palabras incrustadas en los videos cortos que nos pintan un ilusorio realismo.

¿Cómo vamos a contrarrestar la toxicidad de tanta falsía escrita o grabada? Educando con los hechos y con paciencia, confiados en que la tozudez de la verdad despeje el océano de palabras mentirosas e imágenes engañosas.

El engaño del discurso apoyado con imágenes fijas o en movimiento se ha multiplicado exponencialmente

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