Las palomas tirándole a las escopetas

Las palomas tirándole a las escopetas

 Los estrategas de política internacional del país, si los hubiese, están desconcertados ante la nueva estrategia haitiana de agredir a los dominicanos en el campo comercial, estableciendo arbitrarias condiciones para que el exportador criollo pueda comercializar las mercancías criollas en el país de occidente.

Es inaudito que el país más sucio y atrasado del continente y exportador tradicional de enfermedades como el cólera,  pretenda imponer directrices a los productos  dominicanos de gran consumo en ese territorio, devastados por la agresividad de sus habitantes con el medio ambiente, y ya visible  esos daños en algunas partes dominicanas con una  gran  presencia de haitianos, en su mayoría ilegales.

De ahí que, iniciada la estrategia  haitiana  de atacar a los dominicanos en la parte comercial,  primero con la excusa de la contaminación de huevos, pollos y salamis, y más luego con los envases plásticos y para asomar en el panorama la prohibición  a productos envasados en recipientes plásticos,  por la excusa  de que no son biodegradables, estaría obligando a la diplomacia dominicana a sacudirse de su letargo y del disfrute de prebendas, para sacar la cara de la dominicanidad, y con responsabilidad, enfrentar la maliciosa y agresiva estrategia haitiana.

Estamos frente a la realidad del refrán de que las palomas están tirándole a la escopeta, ya que los argumentos haitianos para establecer sus restricciones y prohibiciones, carecen de asidero en un país fallido, y que es reconocido  en el continente por su insalubridad, pobreza, ignorancia e inestabilidad, ahora asegurada por la presencia de las tropas de intervención de las Naciones Unidas.

Para que se vea el grado de inseguridad y temor existente en Haití, existe la costumbre de que las Naciones Unidas y otros organismos de ayuda internacional, han alquilado apartamentos y espacios en los resorts en el país para darle descanso de fin de semana a su personal para liberarse  de las tensiones y estrecheces que se viven allí, de esa manera hacer más llevadera su estadía en el occidente de  la isla.

En el panorama habrán más agresiones comerciales en contra del país,  dependiendo de la pasividad dominicana de enfrentar  con energía la inmigración ilegal,  ya que si a las autoridades criollas se les ocurre ser más estrictos con ese éxodo, podrían aumentar las restricciones al extremo de paralizar  el tránsito de vehículos hacia Puerto Príncipe,  Jacmel y Cabo Haitiano.

El origen del envalentonamiento haitiano en contra de los dominicanos, hay que buscarlo en el descrédito de la diplomacia dominicana, que según un reporte  bien detallado de la revista La Lupa sin Trabas, estableció que de cada cuatro empleados en la Cancillería, tres son botellas. Esto  habla muy mal de las autoridades criollas, que a un año de su instalación, no se atreven a agarrar al toro por los cuernos con mal manejo de esdependencia, y a la vez, de la dependencia del partido oficial, a los reformistas, que han convertido el servicio exterior en su coto privado, aun cuando sus dirigentes alegan que tan solo el 8% de la empleomanía  es de esa parcela,  y el resto mayoritario proviene del PLD.

No hay dudas de que la diplomacia haitiana está comiendo con su dama, ya que hasta el embajador acreditado en el país por muchos años quiere imponer líneas informáticas a los medios dominicanos, y justificar, con argumentos traídos por los pelos, la estrategia de agresión comercial  de su país en contra del nuestro.

Ya la copa de la sumisión dominicana está rebosándose  por ese envalentonamiento haitiano, que ellos al no ver ninguna reacción dominicana, son más agresivos y siguen apretando la tuerca para imponer más restricciones a la producción criolla. Esto obliga a los empresarios  dominicanos a alarmarse, ante la posibilidad de verse apartados de un mercado cautivo que por años le ha permitido resarcirse del acoso fiscal del gobierno dominicano  y de las presiones que le provoca el DR-CAFTA, así como de su incapacidad de ser verdaderamente exportadores hacia otros mercados en base a la libre competencia, sin contar con la sombrilla protectora de los gobiernos  complacientes.

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