En nuestro sistema educativo se encuentran múltiples casos de centros con personal docente y directivo en una oferta pobre de procesos interactivos y dirigidos a una educación de calidad. Existen muchas resistencias a la aplicación del currículo desde su naturaleza abierta, crítica, democrático y coherente con el contexto sociocultural del estudiantado como protagonista del sistema educativo.
Paralelamente a esta realidad se presentan casos de centros educativos donde existe un personal docente y directivo que promueve la creatividad, el pensamiento crítico y dedica grandes esfuerzos para que el estudiantado desarrolle destrezas cognitivas que favorezcan: pensar, analizar, crear y disfrutar del arte con sensibilidad.
Docentes y centros que favorecen procesos educativos creativos y críticos deberían ser ejemplos y modelos para otros centros desde intercambios entre docentes y estudiantes con metodologías activas.
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Lamentablemente algunos de estos esfuerzos han provocado odio, recelos y reacciones inquisidoras por grupos dentro de las comunidades educativas de ciertos centros. La distorsión de actividades educativas de aula con la intención de destruir la integridad personal de docentes y directores de centros por ser agentes de cambio como ocurrió en el Colegio Babeque de Secundaria así lo demuestra.
Este caso no es un fenómeno aislado. La forma en que se montó una campaña contra la profesora y la directora del colegio en base a informaciones falsas y distorsionadas demuestran que en la comunidad educativa existen actitudes inquisidoras que fomentan el odio disfrazado en el contradictorio velo de la moral y las buenas costumbres.
Estas prácticas tienen un impacto significativo en el sistema educativo. Excluir y perseguir modelos educativos que impulsan el pensamiento crítico (que tanto necesita esta sociedad) tiene repercusiones para las nuevas generaciones.
La baja calidad de la educación que existe en nuestro sistema educativo tiene como uno de sus factores causales estas prácticas de resistencia a que se eduque para pensar y crear lo que parece que irrita y afecta intereses conservadores a quienes no les conviene que exista una población joven pensante que demande relaciones horizontales y erosione las estructuras de poder.
Todo lo que ocurre en un centro educativo, en las aulas y en la vida escolar debería ser tratado y abordado en su interior y no en las redes sociales. Las redes sociales no deben ser el espacio de control y de promoción de las decisiones de los procesos educativos. Las evaluaciones del personal docente corresponden a los equipos de gestión y no a las redes sociales. Es penoso que se el ejercicio de la violencia verbal, irrespeto y discriminación se conviertan en valores que se promueven bajo la sombrilla de la ¨”moral” y la “buena costumbre”.