Las perspectivas apuntan a un posible cambio político en comicios del 2020

Las perspectivas apuntan a un posible cambio político en comicios del 2020

En los ámbitos de la oposición política se baraja la posibilidad de un frente electoral para enfrentar los poderes casi absolutos del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en las elecciones del 2020, en base a un programa para el rescate de las instituciones democráticas y un nuevo modelo de desarrollo económico social.
La profunda división interna en el partido gobernante, llamada a profundizarse por los pujos continuistas de los danilistas, la progresiva reducción de la aprobación de la gestión del presidente Danilo Medina y el incremento de la insatisfacción ciudadana alientan la posibilidad de vencer o reducir el dominio del Estado de cuatro períodos.
Indicadores del desgaste. Las últimas encuestas y la percepción general indican un deterioro del absoluto dominio que ha ejercido el PLD sobre los poderes del Estado y la sociedad dominicana, con una caída de la aprobación del Gobierno de Medina (45-47% en Gallup) al mismo tiempo que se incrementa la insatisfacción ciudadana por la falta de soluciones a la corrupción e impunidad, la inseguridad ciudadana, el desproporcionado endeudamiento del Estado, el escaso empleo y de baja calidad y la precariedad de los servicios básicos.
La crisis en que se ha sumido el PLD apunta a un mayor deterioro por la confrontación entre los liderazgos de Danilo Medina y Leonel Fernández por la persistencia del sector dominante en abrir un espacio para otra modificación de la Constitución, que rechaza entre el 67 y 71% de la población, según las encuestas Gallup y Asisa de marzo pasado, mientras las encuestas marcan una recuperación del expresidente.
El deterioro financiero del Estado tuvo efectos el año pasado en una notable reducción del crecimiento económico, mientras aumentan los temores de que el país se encamina a la insostenibilidad con una deuda que según el Centro de Estrategias Económicas Sostenibles rebasó en marzo los 42 mil millones de dólares y el 55% del producto interno bruto, habiendo crecido 843% en menos de dos décadas.
Las perspectivas del caso Odebrecht, pendiente de efectiva investigación y sanción, los retrasos y problemas por los que atraviesa la obra emblemática de las plantas de carbón no apuntan en dirección de satisfacer las expectativas de la población que se ha expresado de forma contundente en el movimiento Marcha Verde que, aunque algo adormecido seguiría constituyendo un elemento detonante, tanto como el accionar de los partidos.
Ningún cambio será fácil. Nadie cree que será fácil destronar al PLD del dominio político que ha ejercido en casi dos décadas de Gobierno, con un intervalo de 4 años del presidente perredeísta Hipólito Mejía. Su profunda vocación de poder le puede llevar a superar sus luchas intestinas si aumentan los indicadores del desgaste que marcan las encuestas.
Aunque esta vez, como nunca antes la confrontación política se ha convertido en personal, con enconos y agravios que impulsan temores al retorno de Fernández al poder dificultando soluciones.
El danilismo que ahora hegemoniza el poder peledeísta se enfrenta a un Leonel Fernández ya con meses en campaña de retorno, y que tiene a su favor el pacto de unidad mediante el cual él cedió hace tres años por la unidad del partido y que permitió la reelección de Medina, ahora con mucho mayores dificultades para justificar una nueva reforma a su propia Constitución, aunque es amplía la convicción de que el reeleccionismo siempre se impone, lo que no fue cierto con Balaguer en 1978, Mejía en el 2000 y con Fernández en el 2012. Un sagaz dirigente peledeísta, del poderoso Comité Político, y para nada favorecedor de Fernández, opinó a título confidencial que para salvar de nuevo la unidad partidaria, este sería el candidato del 2020.
Podrán ponerse de acuerdo por amor al poder, pero eso llegaría a la convención del 2019 y el deterioro político tenderá a crecer.
Aún así, si evitan la división los peledeístas podrán apelar a los recursos del clientelismo y los abusos del Estado que han caracterizado su reinado electoral, con un inmenso aparato mediático, control de organismos decisorios, y recursos multimillonarios acumulados. Por esa razón seguirán barajando los proyectos de reformas electorales y de Ley de Partidos.

Un programa fundamental. Los analistas entienden que si bien es fundamental un programa, no puede ser muy ambicioso si su primer objetivo es vencer el enorme poder del PLD. “Es casi un proyecto de transición democrática, portador de un nuevo modelo de desarrollo que reúna las energías y decisión de amplios sectores sociales, incluyendo el del empresariado, o que por lo menos neutralicen su apoyo a los gobernantes.
Las encuestas marcan las preocupaciones fundamentales que tienen que abordarse: la corrupción, impunidad y el clientelismo, la inseguridad ciudadana, el desempleo y los bajos salarios, deterioro de los servicios básicos, como salud, reforma de la Seguridad Social, transporte, vivienda, saneamiento ambiental y calidad de la educación.
Deberá priorizar las reformas institucionales, política y electorales para restablecer la independencia de los poderes y garantizar el ejercicio político.
Un programa para rescatar el concierto nacional deberá reivindicar la Ley de Estrategia Nacional de Desarrollo y su Pacto Fiscal y reales controles financieros para contener el endeudamiento y garantizar sostenibilidad, corregir la malversación y el derroche y hacer menos regresiva la tributación, y generar un nuevo modelo de crecimiento que potencie a los sectores productivos y promueva las exportaciones.
Así mismo deberá atraerse a la sociedad civil, recogiendo sus reivindicaciones y propiciando la pendiente Ley de Participación Social, partiendo del reconocimiento de la poca confianza y credibilidad que tiene actualmente el partidarismo político, documentada por las encuestas de los últimos meses: Latinobrómetro (15%), Barómetro de la Américas (20%), Penn-SIN (15% de los jóvenes), Gallup-HOY (15.5%). Asisa de esta semana indica que desde el 2014 los que se declaran miembros de partidos cayeron del 31 al 14%, y que los independientes crecieron del 4 al 29 por ciento.
Un frente como el chileno. Hay muchas experiencias en el mundo de concertación para vencer un dominio político absolutista, y entre los más relevantes siempre se recuerda el que permitió superar la dictadura de Pinochet en Chile, que reunió a todo el espectro opositor, desde la derecha a la izquierda, incluso a partidos que contribuyeron al sangriento derrocamiento del Gobierno popular de Salvador Allende. Esa concertación se ha mantenido durante más de dos décadas escogiendo candidatos comunes mediante primarias democráticas.
En el país no ha habido tanta vocación ni urgencia para una concertación, pero el cansancio y el deterioro del Estado social y democrático de derecho parece demandarla, y los dirigentes políticos tendrán que aprender que no vale la pena concurrir una y otra vez al real “matadero electoral” que denunciaba el Partido de la Liberación Dominicana en sus orígenes.
Tendrían que entender que todos no pueden ser candidatos presidenciales para quedarse por debajo del 2% del sufragio, por lo menos hasta que se institucionalicen mecanismos que garanticen competencia más equitativa. Que muchos de ellos serían estrellas en el Congreso o a la cabeza de municipios desde los cuales podrían constituir nuevas opciones de poder.
Alientan unidad opositora
Conscientes de los poderes peledeístas y por las experiencias, en diversos ámbitos políticos y sociales se alienta la posibilidad de promover un frente amplio opositor para los comicios del 2020, y plantean adelantar las gestiones para un consenso programático que aliente optimismo aprovechando la lucha interna que paraliza al PLD, en baja en las preferencias. La encuesta Asisa lo dejó esta semana en 52%, todavía alto por la debilidad de una oposición que no acaba de recomponerse tras el alentado desguañangue del viejo Partido Revolucionario Dominicano, cooptado por el poder peledeísta.
En la oposición el principal propulsor del frente unido ha sido el presidente de «Al País», Guillermo Moreno, con media docena de artículos en su página de los lunes en el Diario Libre. Plantea la discusión de un programa básico que dé substancia y aliente un cambio que no sea simplemente de gestores de la actual descomposición del Estado.
Los dirigentes del Partido Revolucionario Moderno (PRD) han planteado también el proyecto de unidad. Con el mismo objetivo salió recientemente a la luz pública el Movimiento Ciudadano de Rescate Democrático (MIRD), encabezado por profesionales de la calidad de experto fiscal José Rijo.
El experto en turismo Juan Lladó ha insistido y hasta ha publicado un amplio proyecto de programa. Se sabe de varios grupos de clases medias que “reflexionan” sobre la necesidad de concertación para un cambio político, al igual que sociólogos como César Pérez y Wilfredo Lozano.
De hecho, tras las elecciones del 2016, que culminaron en un proceso profundamente desigual, con inconmensurable abuso del poder estatal, la decena de partidos de oposición vienen concertando para exigir las reformas políticas y electorales que se discuten hace dos décadas, aunque un par de ellos pudieran volver a aliarse al PLD, sobre todo si Fernández resulta su candidato.

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