Las playas

Las playas

UBI RIVA
HOY del 05 del presente mes insertó en su primera página una noticia en la que informaba la iniciativa del titular de Turismo, Félix Jiménez, Felucho de construir caminitos para que los dominicanos que no estén alojados en hoteles caros, puedan accesar a las playas.

Las mejores playas del país están vedadas a quienes no se hospedan en hoteles de costa, porque sencillamente los dueños de los resorts impiden que lleguen a ellas contingentes de individuos en guaguas, por molotes, escandalizando y trastornando la apacibilidad, que es un requisito de los turistas extranjeros.

En sentido muy generalizado, el dominicano carece de educación, de comportamiento correcto, ativismo que le proviene de sus ancestros africanos y de los cuales también son culpables todos los gobiernos de los tres partidos políticos que han conducido al país desde el 30-05-61 en que se empezaron a perder los hábitos de moderación, respeto, consideración unos para con otros. Eso se perdió.

El dominicano común y corriente irrumpe en las playas con aparatos de música que sintonizan a todo volumen, no importa quien le quede de vecino; vocean constantemente, la mayoría palabrones indecentes; llevan pailones de spaguettis con pollo y tiran los huesos en la arena; fresquean con las damas con piropos sórdidos, y en la medida que el sol calienta la sesera y se añade la libaciones etílicas, el ambiente, la playa, se vuelve todo menos soportable. Riegan toda suerte de basuras.

¿Es así, o no es así? ¿Miento ó axagero?

En Ipanema y Copacabana de Río de Janeiro, en Isla Verde de San Juan de Puerto Rico, en Ocho Ríos de Jamaica, en Varadero de La Habana, en la Costa del Sol de España, en Playa del Camen y Cancún en México, no es posible percibir ruidos de radios en las playas, porque todos escuchan su música con auriculares, nadie interrumpe solearse y echar su pavita en la arena. Se puede dormir sin molestias.

Nadie riega desperdicios en las playas, pero aquí, la inmensa mayoría de los dominicanos si no dispone de un radio a todo volumen y no fastidia la vecino, parece que le resulta imposible divertirse y gozar de las playas, de la naturaleza.

Será difícil conciliar el interno de Turismo de abrir caminitos para que los dominicanos acudan en tropel a las playas que hasta ahora son privadas, cuando las leyes explican que son de dominio público, pero de dominio público con conducta, con estilo, con normas civilizadas, de convivencia social, no el perraje que se estila hoy en la inmensa mayoría de dominicanos que acuden a las playas más que a divertirse, a hacerle la vida imposible a muchos.

El turismo genera el 40% de las divisas del país, y aunque esas divisas no fluyen al Banco Central, el turismo absorbe unos 200 mil empleados, pero más que divisas y empleos, el turismo consume pollos, huevos, legumbres, frutas, cerveza, sodas, vegetales, pescado, mariscos, carne de res y cerdo, es decir, que es un soporte muy importante de la producción agropecuaria.

Turismo en realidad tiene un reto muy difícil, en el cual la base para su implementación sería orientarse por una campaña educativa, explicándole a los dominicanos que las playas y balnearios de ríos son en realidad de usufructo público, pero se inserta de manera inexcusable un requisito, que es la mesura, la conducta, la decencia, la convivencia, para el usufructo de las playas y balnearios.

Eso tomará bastante tiempo, no se podrá hacer de un día para otro, y en el ínterin, las playas seguirán siendo coto del turismo, de los turistas, que no admiten las insolencias y modos groseros de los dominicanos en su gran mayoría comportarse, y los guachimanes seguirán manteniendo a distancia a quienes no tienen educación ni formas para disfrutar de la naturaleza.

Es, a la vista, otro gran reto de los gobiernos, el actual y los que se suceden. Se impone la autoridad ó el turismo colapsará.

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