Las pócimas tradicionales milenarias curan cualquier achaque en Indonesia  

Las pócimas tradicionales milenarias curan cualquier achaque en Indonesia  

Yogyakarta (Indonesia), (EFE).- Las mujeres indonesias se confían, desde hace más de un milenio, las recetas de los “jamu”, pócimas de medicina tradicional que en este país se utilizan para combatir cualquier mal, desde la impotencia sexual hasta el cáncer.  

La elaboración de estos brebajes se remonta a hace casi 1.300 años, cuando el antiguo imperio indo-budista regía en el centro de la isla de Java y la familia real popularizó el uso de jarabes a base de hierbas para el tratamiento de muchas dolencias, una práctica que se ha extendido hasta la actualidad.  

Hoy en día, los indonesios continúan adquiriendo los ‘jamu’ (cuyo significado literal es medicina tradicional) como remedio para aumentar la virilidad, evitar las picaduras de mosquito o curar problemas estomacales.  

El elixir también vale para perder peso, controlar el olor corporal o incluso como tratamiento complementario para algunos tipos de cáncer.  

A pesar de que la mayoría de estas pócimas están exentas de controles médicos y sanitarios, más del 59 por ciento de la población las ha consumido en algún momento, según un estudio oficial de 2010.   Los compradores son de todas las edades, géneros y procedencia, pero los principales seguidores del “jamu” son hombres que buscan aumentar su rendimiento sexual. 

“El ‘jamu’ los hace estar más fuertes y mejorar su confianza”, reconoce Atik, una joven escritora experta en la materia de la ciudad de Yogyakarta, uno de los lugares del archipiélago donde esta tradición es más popular.  

Por su parte, los brebajes más solicitados entre las mujeres son los que permiten que cuando tienen la primera menstruación “se mantengan delgadas hasta que se casen” y o los que aumentan la cantidad de leche materna durante el periodo de lactancia, explica Atik. 

El jengibre, la cúrcuma, el tamarindo y la juncia son los ingredientes principales de los “jamu”, cuyo precio oscila entre 50 céntimos y 4 euros.   Estas hierbas, repartidas en un sinfín de envases y cuencos, ocupan las mesas de trabajo de las “ibu”, las ancianas que preparan los mejunjes con recetas que varían de familia a familia.  

Sentadas en pequeños puestos abiertos de cara al público, las mujeres cocinan al momento los jarabes a petición del cliente, baten elixires, trocean hierbas, mezclan y cuecen ingredientes mientras el resto de consumidores observa la liturgia con curiosidad.  

Aunque los “jamu” eran originalmente líquido embotellado, en los últimos años también se ofrecen como cápsulas o concentrados para hacerlos más atractivos entre los jóvenes.  

Estos nuevos   productos tienen además una ventaja definitiva- evitar el amargo sabor característico del brebaje, que obligaba a acompañarlo con yema de huevo y agua.  

Sin una base científica que respalde sus resultados, los elixires se venden abiertamente en las coloridos puestos ambulantes de la calle y algunos supermercados. Incluso el Ministerio de Sanidad indonesio ha decidido incluirlos en terapias recomendadas por los hospitales para familias de rentas bajas.  

Pero el escaso control del producto ha provocado intoxicaciones, y en agosto pasado ocho personas murieron en Yakarta tras tomar “jamu” adulterado.   Algo que empezó siendo un remedio casero en la antigüedad es ahora conocido en otros lugares del mundo gracias a Internet.  

Los ingresos por las ventas de “jamu” llegaron en 2010 a los 500 millones de dólares en Indonesia, y otros diez millones de dólares de las pócimas se vendieron en el extranjero.  

Y el negocio puede ser aún lucrativo en el futuro, pues el principal gremio del sector prevé que este año los beneficios aumenten al menos un 15 por ciento.  

No obstante, el Gobierno advierte de que deben mejorar la imagen de marca, su presentación y la información que facilitan al consumidor para ser competitivos ante otros países conocidos por su medicina tradicional.  

Ante la incredulidad de los foráneos y de aquellos más jóvenes dispuestos a poner en duda los beneficios de los “jamu”, las señoras utilizan un viejo truco del comerciante- “Atrévase a probarlo.” EFE  

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