Las precariedades invanden hospital Darío Contreras

Las precariedades invanden hospital Darío Contreras

POR ALTAGRACIA ORTIZ GOMEZ
En el hospital Darío Contreras, decenas de pacientes tienen hasta cuatro meses postrados en camas, a la espera de que los médicos los operen, pero lo que más les duele es que casi ninguno conoce al médico que les han asignado.

Entre tanto, en la «Unidad de Cuidados Intensivos», cuyo nombre verdadero debería ser “La sala de aislamiento», los pacientes esperaban en un pasillo, porque las camas estaban llenas.

El largo período que pasan los pacientes en cama, hace que las infecciones intrahospitalaria se hayan incrementado y eso, a su vez, genera una mayor mortalidad.

En la sala H-5, donde están ingresados los hombres, los pacientes y sus familiares contaron que la vida allí es una especie de infierno.

La comida es poca y de pésima calidad, los porteros cobran por dejar pasar a sus familiares y la higiene brilla por su ausencia.

HABLAN LOS PACIENTES

Pedro Cesáreo, de 22 años, tiene tres balas alojadas en su cuerpo y lleva cinco meses ingresado en la H-5, cama 38, pero no sabe por qué no lo operan y le extraen las balas que lo mantiene postrado y pasando hasta hambre.

Una situación similar tiene Virgilio Ogando, de San Juan de la Maguana, también necesita una cirugía, pero no ha visto al médico que tiene su caso. Ogando se cayó de una mata de mango y no ha vuelto a caminar, pero nadie le dice por qué no lo operan, a pesar de que lleva tres meses ingresado.

Alberto Heredia tiene 21 año de edad, también necesita una cirugía, lleva cinco meses en el Darío Contreras y vienen desde Sombrero, Baní.

Rufino Beriguete, tiene 38 años de edad, tiene la médula afectada y aunque le han puesto once citas, todavía no ha sido operado. Está en el centro desde el 11 de abril y tiene sus cuatro niños en abandono.

«Lo que más molesta es que los médicos no pasan por aquí, no nos explican nada y mientras tanto nuestra situación se empeora».

Yaqui Anderson  tuvo un accidente en el mar, pero a 19 días de ingreso, todavía desconoce su real estado, aunque le dicen que debe ser operado.

Fernando Olaverría tiene 19 días ingresados, pero el panorama de sus compañeros le aterroriza, piensa que su suerte podría ser similar a los de su compañero de habitación.

Robinson Hernández y Euclides Montero aseguran que los médicos deberían ir por lo menos a darles esperanza, ya que llevan meses en ese estado.

Numerosos pacientes no fueron operados ayer, dado que todas las bandejas de cirugía estaban incompletas. «Aquí se cobra hasta por la mirada de la gente», dijo una enfermera.

SALA DE CUIDADOS INTENSIVOS

El hospital Darío Contreras tiene como sala de Intensivo un área con capacidad para nueve camas, pero carece de intensivistas y de los modernos útiles que deben equipar una sala de ese tipo.

No hay aparatos especializados, en el día de ayer no había siquiera reactivo para laboratorios, ni placas para grabar las imágenes de los estudios, como radiografías y tomografías.

Aunque esa unidad tiene médicos especializados y enfermeras muy dedicadas, trabajan con el ojo clínico. Así deben determinar quién necesita una rápida intervención.

Los tradicionales aparatos y respiradores artificiales que abundan en cualquier sala de cuidado intensivo de un centro privado, tanto aquí como en países desarrollados.

Sólo durante la noche del domingo, la sala de emergencias del hospital Darío Contreras recibió 90 heridos, pero una parte importante de ellos no podía ser acostado en camas, porque todas estaban llenas.

El doctor Luis Taveras Lucas, analizó para HOY la situación del centro, «es crítica, pero luchamos hasta lograr salvar las vidas que podemos».

Pasillos y salas de espera estaban repletas de pacientes accidentados, heridos de bala o con el cuerpo lleno de moretones, por golpes diversos.

«Aquí hacemos medicina como si estuviéramos en guerra, no hay de nada, pero nuestro deber es salvar a los pacientes graves y así los vamos atendiendo, con ese mismo criterio», sostuvo el doctor Taveras Lucas.

La crisis económica y de material gastable en ese hospital es cíclica y hace que los médicos que trabajan se tornen impotentes.

Los medicamentos son pocos, pero aparecen los esenciales o los familiares tienen que comprarlos, sostuvo Taveras Lucas.

A Cuidados Intensivos sólo van los más críticos, allí logran sobrevivir unos cuantos.

Se estima que un 30 por ciento de pacientes llegan a los hospitales en condiciones críticas, con golpes o severidad, pero en el país la mayoría muere antes de llegar al hospital.

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