Las preguntas de Fidelio Despradel

Las preguntas de Fidelio Despradel

El emplazamiento que me hace Fidelio, entrañable amigo y compañero, en su último artículo en este medio, para que responda algunas preguntas que con espíritu crítico hace a mi artículo del miércoles pasado, me da la oportunidad de ampliar o aclarar la esencia de la posición planteada en el mismo.

En general, todo el mundo está de acuerdo en que en este país no existe la posibilidad de una ruptura del sistema, la contradicción principal, por lo tanto, no se cristaliza entre los de arriba contra los de abajo, no está planteada ninguna revolución, según las teorías estructurales de ese momento político.

A lo único que pueden aspirar las fuerzas alternativas en este país es a que se creen mejores condiciones para su accionar,  lo que en esencia expresa Fidelio en su artículo, siendo en general mi posición y la de mucha gente de izquierda.

Pocos discuten que el grupo que actualmente controla la casi totalidad del Estado dominicano ha desarrollado una avasallante lógica de poder político/económico con significativos niveles de independencia en relación a sectores de los poderes económicos y políticos, que nos pueden llevar a “una dictadura perfecta” como algunos definían la ejercida por el PRI en México durante setenta años.

Siendo realista, lo más práctico y razonable es detener ese grupo ahora y no  apostar a que unas fuerzas alternativas dispersas y sumergidas en estériles rebatiñas puedan ganarse el favor de “doscientos o trescientos mil voluntades” para una hipotética “pelea” después de agosto próximo. No, Fidelio, la única fuerza con capacidad de detener ese tsunami, como lo llamas tú, es el PRD, la columna más débil del bipartidismo en que descansa el sistema político dominicano.

No afirmo que es de un gobierno del PRD de donde saldría la posibilidad de una alternativa, afirmo que las contradicciones entre ese partido y el PLD no pueden minimizarse hasta llegar a decir que estos son exactamente iguales. Ninguna colectividad política es igual a otra, los procesos en que discurre la vida de ambas, sus culturas, tradiciones y orígenes les imprimen sus respectivas especificidades y en ese sentido, entre esos dos colectividades existen significativas diferencias en términos de la naturaleza de sus bases, de su tradición  de lucha, de la forma de vida y del origen de los recursos económicos de sus dirigentes más emblemáticos.

No hablo de pacto con el grupo mayoritario del PRD, no estoy persuadido de que seamos capaces de tener la fuerza o la inteligencia colectiva para hacerlo. Tampoco éste ha dado muestra de intentarlo, ni de capacidad para captar un sector de la sociedad que con la consigna “salgamos de esto y después hablamos”, expresa su temor y desesperación. De lo que estoy persuadido es que la permanencia del actual grupo que detenta un poder casi absoluto podría acentuar el sentimiento de postración en grandes segmentos de la población, haciendo más lejana cualquier alternativa y que la principal tarea que nos impone esta coyuntura política es luchar para evitar esa peligrosa perspectiva, con el único recurso disponible.

Es la mejor manera de prepararnos para lo que viene después de agosto próximo. Lo otro es puro voluntarismo.

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