Las preguntas de Inés Aizpún

Las preguntas de Inés Aizpún

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En su excelente columna en Diario Libre del pasado 3 de abril, Inés Aizpún hizo las preguntas pertinentes sobre el matrimonio entre heterosexuales y homosexuales. Sus preguntas sugieren sus respuestas, pero como no las expuso explícitamente, tomo su listado para volver sobre este controversial tema.

Aizpún: ¿Cómo abordará la sociedad el tema del matrimonio entre personas del mismo sexo? ¿Se distinguirá entre criterios religiosos y legales?

Mi respuesta: en República Dominicana no se aborda el tema públicamente como se hace ya en otros países porque hay mucha hipocresía, cobardía y homofobia. Si se abordara, tendríamos muchos agoreros con micrófonos en manos anunciando el fin del mundo. No se distinguiría entre criterios religiosos y legales, porque muchos políticos dominicanos no dan señales de diferenciar entre lo privado y lo público, lo religioso y lo secular, el dogma y el derecho civil.

Aizpún: ¿Es constitucional que un ciudadano homosexual “tenga” menos derechos civiles que un ciudadano heterosexual? ¿Se puede establecer un debate sobre derechos civiles con quienes creen que la homosexualidad es un pecado o una enfermedad? (Y si así fuera, ¿los pecadores y los enfermos pierden el derecho a casarse?).

Mi respuesta: no es constitucional,y no puede haber debate racional sobre derechos civiles con quienes catalogan la homosexualidad de enfermedad o pecado, porque es un criterio absolutista y excluyente. Los pecadores y enfermos tienen derecho a casarse siempre y cuando sea entre heterosexuales, porque la homosexualidad ha sido injustamente elevada a pecado público y a degradación social sin el menor escrúpulo.

Aizpún: ¿No hace ya mucho tiempo que el matrimonio civil entre heterosexuales se separó del religioso? ¿El problema es llamarle “matrimonio”? Si se le llamara de otra forma, ¿se aceptaría el derecho a legalizar estas uniones civiles? ¿Es un problema de forma, o de fondo?

Mi respuesta: en República Dominicana, en vez de separar el matrimonio civil del religioso (que debió hacerse hace mucho) se expandió la fusión al otorgarse a otras religiones los derechos de la católica. El problema es de fondo porque el objetivo es bloquear los derechos de las personas homosexuales por ser homosexuales. Llamar el matrimonio de otra forma no resuelve el problema porque la estrategia homofóbica es mantener marginada la población homosexual para que siga siendo rechazada, degradada y burlada.

Aizpún: ¿Por qué se habla de “destruir la familia” si las familias a las que se alude son las formadas por heterosexuales, que se bastan a sí mismos para destruirse? ¿Tener “hijos en la calle” no destruye la familia? ¿La ley niega los derechos civiles de estas familias? ¿Los heterosexuales que destruyen familias tienen prohibido casarse?

Las respuestas a estas preguntas son tan contundentes que las salto por economía de espacio.

Aizpún: Si la base de la sociedad es la familia, y nuestras leyes respetan los derechos de las familias reconstruidas, monoparentales, extendidas, nucleares, uniones de hecho… ¿por qué se bloquea el reconocimiento legal de un tipo de familia? En este debate, ¿quién habla de sexo y quién de familia? Si no tienen derecho a tener los mismos derechos… ¿los homosexuales son ciudadanos de segunda? ¿Hay de tercera?

Mi respuesta: son de segunda y tercera porque se les ve como anormales y amorales para así justificar la negación de derechos como el matrimonio, cuando los responsables de los problemas que puedan tener las familias son los heterosexuales que han tenido siempre el monopolio del matrimonio.

Gracias a Inés Aizpún por sus oportunas preguntas sobre un tema vedado. Este debate es necesario y las soluciones también para alcanzar una sociedad de civilidad e igualdad.

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