Las primaveras en Fémina

Las primaveras en Fémina

Elvira Lora

Cómo se alboroza el alma al escuchar los sonoros acordes del concierto de la vida, en la joven primavera, hermosa! Llega, llega en buena hora: con tus ricas galas de amor y luz, decoras el mundo todo».

Para marzo de 1903, la maestra normal Ana Josefa Puello (circa de 1865-1953) escribe el poema-ensayo «Primavera», seleccionado por Petronila Angélica Gómez Brea (1883-1971) para la octava edición de la centenaria revista Fémina, circa de noviembre de 1922.

Con este registro, hoy hallazgo para la «historia de ELLAS» (Wallach Scott, 2008), comenzamos a re-narrar el significado de la ¡primavera! de las maestras normales y sufragistas dominicanas; para quienes la hibernación a la cual estaban obligadas solo florecería cuando se alcanzara ¡la primavera de SER ciudadanas!

De hecho, ya en rima propia lo declama Ana Josefa Puello -recordemos que ella es una de las seis primeras maestras normales que dio la República, el 17 de abril de 1887, con la guía de Salomé Ureña de Henríquez (1850-1897)-: «Quisqueya, la de mis grandes ideales, ¡cómo yaces sumida en profundo letargo! (…) ¡sacude el polvo del pasado: yérguete altiva, ungiéndote de nuevo con el óleo sacrosanto del deber ciudadana».

En las 209 ediciones en las que circuló la revista, Petronila Angélica Gómez Brea, la maestra normal y periodista feminista que ha sido elevada con la Medalla Póstuma al Mérito 2022, mantiene vivo el ideal de la nueva primavera en las subjetividades de sus lectoras.

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La ansía, la describe, la recuerda en las poesías de las mulieris litterarum (Quispe-Agnoli, 2016) que la hacían llegar a su imprenta, o las reescribe en su máquina «Remigton» al encontrarlas en los canjes con otras revistas feministas que circulaban por Iberoamérica. Es así como en 1924 fija la mirada en «Primavera» de la uruguaya Juana de Ibarbourou (1892-1979), coincidiendo con la desocupación militar estadounidense y la instauración de la soberanía resquebrajada, que no tomó en cuenta los aportes de las mujeres para su restitución:

«Vino la primavera pero no para mí (…)
Ya no más amarillo, rosa, azul, amatista.
Un color de ceniza cobra todo a mi vista»

Para 1928, a casi un año que la jefa de redacción de Fémina, Consuelo Montalvo de Frías pronosticara que a las dominicanas «pronto» se les concedería el voto, es Petronila Angélica Gómez Brea quien con renovadas esperanzas invoca ¡la primavera del sufragio! en la portada de la edición número 124; pese a encontrarse en meses de invierno:

«Ven a florecer en el jardín delicado de los sueños i trae a las almas perfumes de alegría».

Una espera tan angustiante que vio llegar en 1930 a un nuevo actor al escenario político, y temer por el destino nacional. Es premonitoria la «Primavera» triste que describe la poetisa Martha María Lamarche (1900-1954), compartida en las páginas del año 1932: «En su carro de triunfo hoy retorna más bella, al lugar de sus citas, con un gozo sin fin. Cascabel es su pecho…Más, a ratos parece que entre cantos y risas sollozara un violín…»

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Seis años después, en 1938, al llegar a puerto de Santo Domingo la fatídica nota de la desaparición de Alfonsina Storni (1892-1938), como muestra de affidamento y elevar su memoria, escoge Gómez Brea un poema emblemático de la autora argentina: «En una primavera», última publicación que describe la estación adorada en Fémina y adelanta, sin dudas, todas las vindicaciones que, por la ciudadanía plena, en cada primavera, renovamos las dominicas:

«Las primaveras al marcharse dejan
las lloviznas de otoño preparadas…
Pequeña, ven despacio, mucho juicio,
no te quemen las llamas».

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