Al bajo nivel de calidad docente en las escuelas públicas que el Estado trata de elevar gradualmente con considerables inversiones en capacitación se suma en perjuicio de miles de escolares de escasos recursos una sistemática e inconsulta ausencia de maestros en los planteles de distintas seccionales. Al ocupar aulas para celebrar asambleas de sus particulares objetivos de lucha en horarios que corresponden a la enseñanza, el gremio que los representa agrede insensible el principio de autoridad y sin consideración desplaza de los aprendizajes alumnados a los que deben ser llenados con urgencias los vacíos y deficiencias de instrucción que las pruebas PISA diagnostican en muchos alumnos y que mantienen a la República Dominicana entre los países de más bajo aprovechamiento en el sistema estatal
Diez años de hacer crecer el gasto en educación a un 4% del Presupuesto Nacional arrojan un balance deplorable que convoca a autoridades, educadores y padres de familias a concentrar esfuerzos para que haya mejores escuelas que solo serían posibles con maestros bien formados, bien pagados y de absoluto compromiso con la sociedad. El segmento mayoritario de la nación está compuesto por niños y jóvenes de familias que por bajos ingresos solo pueden asistir a planteles públicos que en otros países, menos interferidos por gremios y agendas partidarias preocupantes para el país, se equiparan y hasta superan en condiciones a muchos centros particulares de distintos niveles.
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