Parte II, Cap XV
Parece que la advertencia bíblica sobre pueblos de dura cerviz sigue siendo válida, especialmente en políticos. En España p.e., ignoraron que su escritor eximio, Cervantes, puso en boca en las hazañas del “hidalgo caballero andante”, Don Quijote, que quienes se alaban a sí mismos se envilecen.
En las recientes elecciones españolas candidatos y partidos se autoproclamaron e hicieron su campaña autoalabándose ser de izquierda o progresistas y acusando a adversarios de derecha y conservadores.
Estos, fueron rechazados por el electorado. Y en su dura cerviz, ante la convocatoria de elecciones generales por el descalabro sufrido por esa “izquierda progresista”, sus dirigentes siguen autoalabándose y descalificando sus adversaros estigmatizándolos “ad hominis” con las mismas etiquetas de derecha y conservadora; demostrando falta de propuestas programáticas y/o realizaciones que exhibir.
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Pero esto no sucede solo en España sino en otros litorales. En el nuestro.
A falta de propuestas concretas para superar problemas y/o de resultados a exhibir, políticos vernaculos, desoyendo los consejos que la figura eximia de la literatura española puso en labios de su ingenioso caballero, viven alabándose a sí mismos autocalificandose de progresistas, izquierdistas, socialistas, revolucionarios y modernos; muchas veces sin internalizar el contenido de cada término.
Incluso cuando han tenido oportunidad de gobernar han practicado lo contrario a lo que predican; siendo frecuente escuchar, p.e., que partidos que al gobernar no reformaron nada pretenden descalificar a los que han reformado.
Esas alabanzas propias a las que alude Cervantes en labios del Quijote han envilecido no solo a los que las pronunciaron sino a las organizaciones que pertenecen.