Las protestas: una oportunidad

Las protestas: una oportunidad

En algunas mediciones sobre el carácter y a quién se dirigen las demandas populares, se ha podido establecer que más del 90% de éstas se hacen al gobierno central, a pesar de que de ese alto porcentaje, gran parte los servicios u obras demandadas son de obligado cumplimiento de los gobiernos municipales.

La mala práctica de los presidentes de este país de no respetar las competencias de los ayuntamientos, de hacer intervenciones en los núcleos urbanos sin consultar con esas instituciones, de arreglarles calles, construirles contenes, asearles cañadas, construirles equipamientos, sobre todo si el síndico del ayuntamiento favorecido con esas obras es del mismo partido del Presidente de turno, constituye una grosera asunción de competencias de parte del gobierno central que son propias de los ayuntamientos municipales.

Con ello se refuerza en el imaginario de la población de que la única autoridad a la que le debe exigir la oferta de cualquier servicio, en general, es al gobierno central y no, como en mucho caso debe ser, al gobierno que eligió para que le ofrezca dicho servicio. De esa manera el gobierno municipal oculta sus responsabilidades y con ello se beneficia. Está claro que el gran culpable del estado calamitoso en que discurre la vida de las comunidades de este país es una clase política irresponsable cuya máxima figura es el Presidente de la República, que como es el caso presente, tiene una política de inversión pública sin sentido de pertinencia y concentrada fundamentalmente en aquellos centros urbanos que producen muchos votos: el Gran Santo Domingo y, en parte Santiago. 

Sin embargo, el movimiento popular debe orientar sus demandas tanto hacia el gobierno central, como hacia los gobiernos municipales.

 De modo, se hace mucho más visible la institución directamente responsable del no cumplimiento de sus responsabilidades y por otro lado, alrededor de sus demandas irá construyendo sus programas de lucha, no solo para la presente coyuntura de demandas y de oposición social, sino para la construcción de sus programas políticos para los períodos electorales.

La lucha por objetivos locales, cuando dan resultados tangibles se convierten en objetivos generales de lucha y así se construyen las alternativas de cambio con contenido político.

El movimiento popular no puede soslayar el hecho de que el año próximo habrá elecciones municipales y congresuales; su lucha actual tiene que orientarla, en la medida de lo posible, en el sentido de su preparación para participar de esa ineludible fecha del calendario político y por eso tiene que ser de masas.

En otros países de la región, los sectores de izquierda que han cosechado determinados éxitos electorales municipales y/o presidenciales, han sabido combinar la lucha social con la lucha política.

En esa combinación está la clave de sus éxitos.

Este y todos los gobiernos que se han sucedido son los grandes responsables de la crisis de los servicios y del incremento de la desigualdad social en el país, pero igualmente lo son aquellas autoridades municipales que son tan corruptas e ineficientes como los gobiernos centrales.

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