La estrategia del doctor Roberto Rosario de endosarle la culpa del tollo electoral del pasado 15 de mayo ( documentado con pelos y señales por los observadores internacionales que invitó la propia JCE) a un boicot patrocinado por los partidos de oposición está a punto de fracasar si no presenta las pruebas de su denuncia, tal y como le exigen los excandidatos presidenciales de la oposición. Ese emplazamiento es mas apremiante luego de que los miembros titulares del organismo electoral, los doctores Eddy Olivares y Angel Aquino, se sumaron a la exigencia. Ambos coincidieron en declarar, por separado, que el Pleno del organismo no ha sido apoderado de esa denuncia, y mucho menos de las pruebas que la sustentan. “Nosotros entendemos que si eso pasó, eso es un asunto serio que debe ser conocido formalmente por el Pleno y presentársele formalmente a las autoridades para que actúen en consecuencia”, declaró Aquino al reportero de este diario Juan María Ramírez. El comportamiento del presidente de la JCE no debe sorprender a Olivares, ni a Aquino, ni a nadie en este país, pues si algo ha caracterizado el paso de Roberto Rosario por ese organismo colegiado ha sido su desbordado personalismo, el mismo personalismo que lo llevó a dirigir un discurso el país para explicar lo ocurrido durante el proceso electoral del que sus compañeros se enteraron por la prensa, por lo que no tuvieron mas remedio que desautorizarlo aclarando que habló a título personal. Pero después de hacer una acusación tan seria Rosario está obligado a presentar las pruebas que la sustenten, y no será con exabruptos como restringir el acceso de la prensa a la JCE como logrará evadir esa responsabilidad. A menos que quiera que se le recuerde, además de prepotente, como un mentiroso.