Como siempre, República Dominicana está en el último lugar. Muy detrás, en una cola que les deja muy mal parados, los niños dominicanos tuvieron un triste desempeño en el Tercer Estudio Regional Comparativo y Explicativo (Terce), avalado por la Unesco.

Leyendo detenidamente cada prueba, da lástima comprobar que los niños de tercer grado son incapaces de entender lo que leen y mucho menos de hacer operaciones matemáticas que tengan un mínimo de dificultad. En el caso de los de sexto, aunque salieron bastante mejor parados en lectura, terminaron muy mal en ciencias naturales y matemáticas.

Cada uno de los renglones analizados demuestra que las aulas dominicanas son un desastre. Esto viene a confirmar lo más elemental: hay que insistir en la capacitación de los docentes (o en el reemplazo, si no son capacitables) porque no es posible que sigamos teniendo un nivel tan bajo.

Aunque los muchachos tuvieron un mejor desempeño que en el 2006, cuando las calificaciones dominicanas fueron peores que las del 2013, están muy lejos de dominar los temas más básicos del currículum de sus grados: pasan por la escuela sin aprender.

Esa revolución educativa que pregona el Gobierno debe cambiar. Tener aulas en condiciones es más que necesario. Sin embargo, es insuficiente para elevar la calidad educativa. Es hora de pensar más en mejorar el currículo y el desempeño de nuestros estudiantes. Puede que haya que repensar la distribución del gasto en Educación. Hay demasiados fallos en el sistema educativo. Es urgente salir de ese eterno pantano que nos condena.