Durante una excelente charla en Librería Cuesta, el profesor Luís Rojas destacó los crecientes peligros de adhesión a las redes. Y también los beneficios de dichas modernidades. Por lo cual, los mayores debemos acercarnos a la internet, al menos, para entenderla y tratar de prevenir y exorcizar determinados peligros, como difamaciones y fraudes.
Una señora se quejó de sus amigas, que cuando la visitan preguntan, antes de saludar, si hay WIFI en su casa. Me recordó a alguien que llegando a su estancia paterna con amigos de parranda y botellas en las manos, desde la calle voceó: “Pásenme tres vasos”; y, luego, agregó: “Mamá, ¿y usted cómo está?”
Las personas de edad tenemos serios problemas de adaptación a estas tecnologías, especialmente los que no tienen proles que los ayuden a aprenderlas. Tengo amigos tan suertudos que sus nietos hasta les preparan videos para allantar a sus allegados.
Como quiera, nos amenaza el peligro de la obsolescencia prematura, una plaga una moderna plaga universal. Quienes se resisten a aprender a manejar razonablemente un celular, quedan fuera de circulación.
Hay quienes ni siquiera tienen correo electrónico, ni WhatsApp; siendo solamente accesibles por teléfono, a ciertos días y horas…
Solía estimar como liviandad eso de tener contactos por Facebook e Instagram. Como pienso y escribo sobre mi sociedad me sentí obligado a ver de qué se tratan; confieso con alegría que me he reencontrado con amigos de pueblo y de otros países que creía perdidos. No solo intercambiamos afectos e informaciones, sino que he recibido invitaciones como por ejemplo, Enriquillo, empresario de éxito en Estados Unidos que, además, conduce una banda latina moderna, me invitó a una gira el próximo otoño.
Nada más práctico y fascinante que llamar a cualquier lugar del mundo y verte cara a cara con un ser querido ¡totalmente de gratis! Aunque te lluevan anuncios-basuras, sin permiso tuyo, todavía el precio es bajo.
Por cierto, hay costos demasiado elevados para la sociedad global, para las familias especialmente. Y es que nuestros jóvenes están cayendo en adicciones peligrosas, como aislarse de sus familiares y grupos naturales, y vivir en burbujas culturales y comunicacionales perdiendo contacto y capacidad de interactuar con su parentela y su realidad inmediata.
Hay aplicaciones que facilitan la vida. Por ejemplo, WAZE te dice cuál es la mejor ruta para llegar a cualquier lugar; el tiempo que te tomará y el tiempo de llegada, lo cual te reduce ansiedad. Te va ilustrando diciéndote el nombre de calles (sin letreros), que honran patriotas y servidores que ya ni se recuerdan (hay casos dudosos). También te evita la tensión de adivinar y de sentir que te equivocaste; sobre todo, que ella (o él) te esté abochornando cada vez que le parece que elegiste una mala ruta.
Lo de las redes no tiene retorno, y lo correcto es estar atentos a sus beneficios y sus peligros. Con los años podría hacer mucho daño a las relaciones familiares, a la humanidad. Y, contrariamente, ser una magnífica forma de mantener contacto con nuestros seres queridos.