Las reflexiones de Rodrigo

Las reflexiones de Rodrigo

Desde Francia, adonde hace postgrado en Psicoanálisis, mi hijo Rodrigo (23 años), envió las siguientes “reflexioncitas” que por su interés transcribo:

Se habla cada vez más de la consolidación de un sistema bipartidista o, más exactamente, de dos coaliciones, como existen en tantas democracias en el mundo. Esto es criticable. Hegel, tipo inteligente, se me adelantó y objetó, a principios del siglo XIX, esa opinión. Para Hegel, el desarrollo social está asegurado por el movimiento dialéctico: se plantea una tesis, después se opone su antítesis con una fuerza igual en sentido contrario, y por último surge la síntesis tomando lo mejor y lo útil de ambas propuestas.

Un sistema bipartidista precisa que existan dos ofertas o filosofías políticas diferenciadas, por ejemplo conservadores y liberales. Pero el PRD y el PLD no son antitéticos. Ellos representaron alguna vez el liberalismo en oposición al conservador reformismo. Desde entonces, ambos se han movido cada vez más a la derecha (digo derecha aunque no sé bien dónde situar el desorden perredeísta). Bosch y Peña deben estar revolcándose en sus tumbas.

El PLD cuenta con las condiciones materiales para concretar su continuismo, gracias, en parte, a haber mantenido una relativa estabilidad macroeconómica. En estas elecciones el pueblo votó por el pan de cada día sin aspirar a una mejora. En política es la competencia que permite poner la barra cada día más alto. La alternativa a la filosofía política de estos partidos no está representada, agrupada y organizada; véase el índice de abstinencia histórico.  Recordemos también que la democracia surge en la antigua Atenas en un contexto de “amor por la sabiduría”. Una verdadera democracia supone una población educada que pueda participar, de una manera advertida, en las decisiones del Estado.

Un país de «analfabetos políticos»  (expresión de Bertolt Brecht) es juguete de los caudillos. Es digno de señalar que la fuerza del Poder Legislativo, quizás el más representativo de todos los poderes, juega un rol central en todo sistema democrático. El nuestro acaba de ser debilitado en favor del Poder Ejecutivo por una nueva Constitución centralista y retrógrada, facilitando gobiernos personalistas. A eso llamamos “Progreso” 255 años después de Montesquieu. Retomemos el análisis de José Carlos Nazario (14 mayo, Clave Digital). El bipartidismo ha existido en RD. A finales del siglo XIX tuvimos a los rojos (conservadores) y los azules (liberales).

Surge un tercer grupo, los verdes; un tercero en discordia, que ejerce “el derecho al chantaje”. Eso culminó con Lilís, quien pudo reunir todo el poder político y económico del sector conservador. Tuvimos a principios del siglo pasado a los “bolos” (jimenistas, liberales), y los “coludos”, horacistas.  Volvió a surgir «el tercero», el Partido Progresista. Bolos y coludos dejaron se unen bajo el liderazgo de Horacio Vásquez. Los problemas de salud del último permitieron un movimiento político que culminó con la subida al poder de Trujillo. 

Recuerden que un sistema democrático digno de ese nombre debe contar con los mecanismos y condiciones que le permitan preservarse.

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