Las reformas

Las reformas

JOSÉ LOIS MALKUN
Comencemos el 2006 con algo diferente. Y este es el reto.

Si usted asiste a una reunión de expertos de cualquier sector del Gobierno después de oír largos y aburridos discursos, terminará escuchando que la única solución a los problemas es hacer una reforma sectorial.

Y les voy a contar esta historia de mi propia cosecha porque es lo que aprendí durante años de trabajo en este tema, tanto aquí como en el exterior.

1. Las reformas sectoriales han sido, por lo general, un gran fiasco. Se han invertido miles de millones de dólares, mayormente préstamos de organismos multilaterales y bilaterales, para hacer reformas que han dado poco o ningún resultado.

2. En nuestro caso, hemos hecho varias reformas en salud y este servicio público está peor que antes. En educación lo mismo y sus resultados son ridículos. En agricultura se están haciendo reformas desde la década de los 70 y recién comenzó otra, pero el sector sigue retrocediendo. Ahora las reformas se extienden al sector financiero del Gobierno, a la Presidencia, al Congreso, al Poder Judicial y hasta las cárceles. Pero excepto por las nuevas edificaciones y ciertos cambios a las leyes que estaban vigentes, los resultados están muy lejos de satisfacer las expectativas.

3. Lo que si producen las reformas sectoriales son crecientes deudas externa en dólares, miles de documentos de trabajo que nadie lee y contratos bien remunerados para cientos de firmas y expertos internacionales.

4. Los hoteles se benefician con las miles de personas que asisten a seminarios de adiestramiento con comida. Algunos técnicos locales también ganan porque le pagan un salario decente. Ganan los rentistas porque siempre hay que crear una unidad ejecutora de los proyectos, que exigen buenos locales. Ganan igualmente los contratistas de obras, los que venden computadoras y material gastable y ganan los que siempre ganan: Los políticos del Gobierno de turno, que no creen en las reformas pero hablan de ella como si fuera un logro de su gestión, sin darse cuenta que hace mas de tres Gobiernos que esa reforma arranco, aun sin verse los resultados.

5. Un experto internacional le dirá que las reformas sectoriales son procesos de largo plazo. Y es verdad. El problema es que después de 10 años, otro experto vendrá y le dirá que ya hay una tercera o cuarta generación de reformas y que por tanto gran parte de lo que se hizo hay que cambiarlo. Así de sencillo.

La pregunta que surge es: ¿y donde esta el problema? En lo sectorial. No se puede reformar un sector del Gobierno al margen del resto. Por ejemplo, una reforma sectorial implica que las instituciones de ese sector tienen que modernizar su marco legal, algunas desaparecer y otras fusionarse. Igualmente, hay que remover y reducir mucho personal, mejorar los salarios de los profesionales y técnicos calificados, cumplir horarios estrictos, definir funciones y nuevas estructuras internas, cambiar los procedimientos de trabajo y en especial establecer un nuevo sistema de compras y adquisiciones.

Pero ningún Secretario de Estado, donde se aplica una reforma, asumirá la responsabilidad de suicidarse cancelando a su personal cuando ve que en otras instituciones están nombrando más botellas. O eliminando instituciones de su área, cuando la Presidencia crea otras nuevas para sus compromisos políticos. O aplicar un nuevo régimen de compras y adquisiciones cuando en las otras instituciones siguen dando mordidas cada vez más grande. Ese Secretario no existe.

Por lo tanto, para no seguir dilapidando recursos externos con más reformas sectoriales, la única manera de producir resultados visibles es iniciando desde ya una Reforma del Estado, con una fuerte voluntad política para impulsarla hasta el final. Si quieren un Pacto Social de Nación, aquí tienen para comenzar, el primer y quizás el más importante compromiso para el futuro del país.

Si se logra algún éxito con este esfuerzo, no habrán por mucho tiempo, más reformas fiscales; el empleo productivo crecerá y se reducirá la vagancia pública; el grado a grado desaparecerá y con ello la principal fuente de corrupción; los servicios públicos mejoraran ostensiblemente, en especial, educación y salud; los empresarios (quizás algunos caerán presos por evasión con las nuevas leyes) pagarán más sagradamente sus impuestos y los pobres, en nuúmero se reducirán y en calidad recibirán una asistencia del Gobierno más justa, focalizada y ordenada dentro de los planes de lucha contra la pobreza. Así se acabaría con el chantaje, el favoritismo y la exclusión que practican los grupos políticos en el poder para asistir a los pobres.

El Gobierno que inicie con seriedad y compromiso este gran Programa de Reforma del Estado merece hasta reelegirse. De lo contrario, deberían reducirlo de cuatro a dos años, porque cada vez que hay un cambio de Gobierno, el país va camino a la ingobernabilidad, hundiéndose en un lodazal de dispendio, empleomanía exacerbada y corrupción. Así nos jodemos más rápido sin tener que esperar tanto tiempo.

Si alguien duda de esto y quiere llevar el análisis al plano cuantitativo, estamos a su disposición. Si alguien lo cree y asume este compromiso como un reto para el 2006, lo felicitamos y nos ponemos también a su disposición.

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