Las reglas del buen comer

Las reglas del buen comer

Comemos tres veces al día y, sin embargo, todavía seguimos cometiendo errores que son expresiones de mala educación.  Unas veces por desconocimiento, otras por comodidad (“la confianza da asco…”), no siempre nos comportamos en la mesa de la forma más adecuada.  El protocolo es la guía que nos enseña cómo hacerlo. 

A la hora de enfrentarse a una comida más o menos formal son muchos los detalles que hay que tener en cuenta.  Da igual que se trate de una reunión familiar o de trabajo, en la mesa siempre debemos esforzarnos en cumplir unos mínimos de protocolos para articular una buena convivencia social.

Si le toca desempeñar el papel de anfitrión, lo primero que debe hacer es planificar el menú según el número de comensales y el presupuesto del que disponga.  Tenga en cuenta la época del año para elegir los productos más acordes a cada temporada, además de la existencia de personas mayores o enfermas para las que tendrá que elaborar platos alternativos.

El menú y la decoración

Lo más recomendable es empezar por unos aperitivos ligeros, que sólo se tomarán en la misma mesa en el caso de que no dispongamos de un lugar espacioso para ofrecerlos.  Después, ya sentados, se servirán tres platos: una sopa, ensalada o entremés, un pescado y una carne.  Los sabores han de ir de suaves a fuertes.  Para no quedarse corto con las cantidades, cuente un comensal de más por cada 4.  Evite introducir ingredientes o tipos de cocinado similares (fritos, a la plancha…).

Para vestir la mesa no puede faltar el mantel.  Preferiblemente de color blanco o marfil, debe colgar a un tercio de distancia entre la mesa y el suelo.  Las servilletas, que irán a juego, sólo admiten doblados especiales para el ámbito familiar.  Como centro, elija objetos elegantes y discretos que además no sean demasiado altos para dejar libre el campo de visión entre los invitados.  Recuerde que las velas, en candelabros u otro tipo de soportes, sólo son aptas para las cenas.

La distribución de los utensilios

La vajilla es el elemento estrella de cualquier comida.  Las que más lucen son las de porcelana o metales como la alpaca.  Siempre se debe colocar un plato de base, y sobre éste al menos uno llano.  El hondo, aunque no se vaya a utilizar para comer, puede venir bien como protector mientras se toma el aperitivo.  Las copas van por encima de los platos, de izquierda a derecha, en este orden: primero la de agua y luego la de vino tinto, vino blanco y champán.  A la izquierda del todo pondremos un platito para el pan. 

Los cubiertos se colocan a ambos lados de los platos y de fuera hacia dentro en la misma forma en que se vayan a utilizar durante la comida, según pongamos primero carne o pescado.  Eso sí, la cuchara y el cuchillo (con el filo mirando hacia el plato) a la derecha, y el tenedor a la izquierda.  Los cubiertos especiales, como las pinzas para el marisco, tienen su lugar reservado a la derecha del todo, y los de postre entre los platos y las copas, en horizontal y con el mango de la cucharilla y el cuchillo hacia la derecha y el del tenedor hacia la izquierda.  

¡La comida está servida!

Con todos los elementos en orden, es el momento de empezar la degustación.  Aquí todos, anfitrión e invitados, han de demostrar sus buenos modales.  En cuanto al uso de los cubiertos, tenga en cuenta que para recipientes comunes todos los comensales se sirven con los mismos, los propios sólo se usan para la comida particular.  Después de utilizarlos, éstos no deben volver a otro lugar que no sea el plato: si continuamos comiendo, dejamos el tenedor y el cuchillo cada uno en el lado que le corresponda, pero si ya hemos terminado, depositamos los dos juntos a la derecha.

Mientras come, mantenga una posición correcta.  No se incline hacia el plato: la comida se lleva a la boca, nunca al revés.  Antes de beber límpiese los labios con la servilleta, aunque crea que no los tiene sucios, y luego coja la copa por su tallo, que es la parte larga y fina.  No la levante ni para servir ni para que le sirvan, y tampoco la toque con la botella que contenga el líquido.  Sobre todo cuando se trate de vino, evite llenar del todo el recipiente, con un tercio basta.

Un ritual para cada alimento

Sabemos cómo tomar la mayoría de los platos, pero algunos nos pueden plantear dudas.  Las sopas se ingieren con cuchara y sin inclinar el plato ni siquiera para terminar el contenido.  Si se trata de consomé servido en taza, está permitido beberlo tal cual.  Todas las carnes se trocean con tenedor y cuchillo pero no de una vez, sino a medida que se van comiendo.  Para el pescado utilizaremos siempre el tenedor y, en el caso de que haya que desmenuzarlo, la pala.  Los huevos se toman sólo con el tenedor a no ser que sean duros y nos haga falta el cuchillo.  No se debe mojar el pan en la yema, pero si no podemos evitar la tentación lo haremos pinchando un trozo con el tenedor.

El marisco y la fruta son los alimentos que plantean una mayor dificultad a la hora de ingerirlos.  Hay que intentar pelar las gambas y los langostinos con los cubiertos, pero si no tenemos la destreza suficiente lo haremos con las manos.  La carne de los moluscos se puede atrapar con el tenedor o bien con la boca.  Para el postre, cucharilla cuando se trate de helados, cremas o macedonias, y tenedor para tartas y frutas cocidas.  Si la pieza de fruta viene entera, de nuevo tendrá que poner a prueba su pericia con el tenedor y el cuchillo.

Puede usar las manos para pasteles pequeños, bombones, además de para los espárragos y las alcachofas hasta que llegue al corazón, donde ya le toca el turno al tenedor.  Después de seguir todas estas recomendaciones, ya sólo le queda darle gusto al paladar.  ¡Buen provecho!

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