Las reglas que no se escriben

Las reglas que no se escriben

Hay una tradición en béisbol relacionada con la retaliación contra los equipos cuyos lanzadores golpean (intencionalmente o no) a los bateadores del contrario. Hay que devolver el golpe para que se entienda que el lanzador debe cuidarse de acercar demasiado sus lanzamientos y que quien golpea a uno del equipo debe recibir respuesta y/o pagar por ello.

Se sabe que en muchas cárceles hay reclusos que son asesinados por sus propios compañeros porque existen crímenes que son repugnantes hasta para los más crueles delincuentes y por eso se registran casos de reclusos con historia de haber violado o asesinado a su madre, su padre, un hijo, una hija o a un niño, que los ayudan a “suicidarse” o mueren dentro de las cárceles en “enfrentamientos” o “motines” cuyas explicaciones las autoridades envuelven en un velo de misterio o simplemente no las suministran.

El gran riesgo de las “penas de muerte encubiertas” es la contaminación con falsificaciones de datos en expedientes de naturaleza política o donde influyentes figuras públicas corruptas quieren deshacerse de alguien que les compromete.

Se dice que las mafias y los sicarios de casi todo el planeta, durante sus actos delincuenciales o de venganza, respetan a los niños y “ejecutan” a cualquiera de sus miembros que asesine a un infante.

Si no existe la pena de muerte por razones que nuestra sociedad respeta, la justicia “indirecta”, aunque controversial y para algunos difícil de aplaudir, puede servir de freno a los que se creen dioses que pueden disponer de la vida de los demás, en especial de niños, y luego burlarse de la sociedad con ayuda de subterfugios legales.

 

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